De cosas varias... Es Claudia

Cuando era adolescente y cursaba la preparatoria tuve mi primer acercamiento con la política: resulta que ese año tocaba elegir el puesto de dirección de la institución, por lo que de inmediato se comenzaron a registrar las entonces llamadas “planillas”, incluso los mismos alumnos “candidateaban” a los profesores que creían eran los aptos para dirigir la escuela dado su acercamiento con el alumnado, el apoyo que siempre ofrecía, la disponibilidad, entre un largo etcétera. Me uní a la campaña de un profesor con el que me sentía identificado por el apoyo que siempre tuvo para con sus alumnos, el cual me constaba a mi y a cientos de estudiantes más que se unieron a su candidatura. Lo que inocentemente yo no sabía, era que la entonces directora sería la que ocuparía ese puesto a partir de una reelección, ya que tenía una excelente relación con los siguientes mandos de la universidad y les era conveniente que ella siguiera al frente de la institución. De este modo, los alumnos comenzamos a realizar mítines, reuniones y demás para dar forma a la campaña del profesor, simplemente para darnos cuenta, unos días después, que el ruido que comenzó a hacerse preocupó a la ya elegida próxima directora, quien a través de sus simpatizantes comenzaron a amenazar a todos, amenazas que en algunos casos fueron bastante subidas de tono y que llegaron a daños físicos al auto del docente, como la ponchadura de sus llantas y el estrellamiento de los vidrios del coche. Esa fue la primera y  la última agresión que alguien sufrió de manera palpable, ya que en ese momento el aspirante a candidato declinó aún cuando le hicimos saber que seguíamos con él, sin embargo no quiso correr el riesgo de llevar sobre la conciencia una agresión física a alguno de nosotros o algo más grave. Fue así como las cosas siguieron su curso y la directora en turno fue reelegida como ya estaba previsto. Desde entonces mi cerebro preparatoriano ya daba algunos chispazos y me ponía a pensar en cómo serían estas contiendas a niveles mayores, en el municipio, en el estado, ¡en el país! A partir de ese momento traté de alejarme lo más posible de todos esos “ambientes” y dedicarme a ejercer mi voto de manera individual y consciente. Pero ¿a qué va todo esto? Pues que ya sea en una preparatoria, en el gobierno municipal, el estatal o el federal, claramente tuve una lección de vida: en todos los niveles es lo mismo, con la pequeña diferencia de los involucrados y las repercusiones que se pueden tener. En columnas anteriores he escrito sobre el dedazo de Andrés Manuel López Obrador beneficiando a Ricardo Mejía Berdeja como candidato a la gubernatura de Coahuila, aún cuando las encuestas favorecen a Armando Guadiana e incluso a Luis Fernando Salazar. Pues bien, en esta entrega toca turno a Claudia Sheinbaum, la actual jefa de gobierno de la Ciudad de México, a quien el jefe del ejecutivo ya tiene más que perfilada como candidata a la presidencia de la república en 2024 haciendo uso de las mismas herramientas que utilizó para familiarizar a los votantes con la imágen de Berdeja en Coahuila: espectaculares, pancartas y bardas pintadas con el nombre e imagen del susodicho. Esta vez a más de un año de distancia para la contienda por la silla presidencial ejerciendo actos de proselitismo y propaganda política anticipada. El INE solicitó que Sheinbaum se desligara de dicha propaganda, ya que ella dice “yo no fui” y que todo ese apoyo ha sido gracias a sus simpatizantes, quienes “de su bolsa” financian estas “muestras de apoyo”. Creo que tiene catalogada a la ciudadanía de tonta, porque nadie le cree que los recursos para todas esas bardas pintadas no salgan del presupuesto del partido y además confirma lo que ya se había visto:  que en Morena no existe ni una pizca de democracia y que además reina el autoritarismo, mismo que terminará frenando su crecimiento político y terminará desgastando su credibilidad. ¿O usted qué opina?.

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