Se dice que una copa de vino después de la comida ayuda a la salud del corazón. Pero ¿qué tan cierto es esto? Según la Asociación Estadounidense del Corazón (AHA, por sus siglas en inglés), ninguna investigación ha establecido un vínculo de causa y efecto entre el consumo de alcohol y una mejor condición de este órgano.
No obstante, los análisis han encontrado una asociación entre el vino tinto y algunos beneficios como un menor riesgo de morir por enfermedades del corazón. Especialistas de esta organización señalan que no está claro si la bebida se relaciona directamente con esta bondad o si hay otros factores en juego.
“Durante años, la buena vida se ha vinculado con una alimentación correcta y la ingesta de vino, sobre todo, el tinto. Estudios epidemiológicos han demostrado que el consumo de cantidades moderadas de alcohol, de 10 a 30 gramos de etanol al día, reduce la mortalidad cardiovascular a causa, fundamentalmente, de la enfermedad del corazón”, explica José Luis Ojeda Delgado, jefe de Cardiología del Centro Médico ABC.
Esto no significa, de ninguna manera, que se deba beber alcohol como medida preventiva para evitar padecer alguna afección de este órgano en el futuro. El exceso de este producto aumenta el riesgo de accidentes, conductas violentas, sobrepeso, así como de problemas hepáticos y pancreáticos.
“El alcohol por sí mismo es un tóxico que sobrepasa los beneficios de la enfermedad cardiovascular, por lo que no se debe recomendar su consumo como medida preventiva general, ya que puede provocar muertes por accidentes o fallas del hígado”.
-José Luis Ojeda Delgado, jefe de Cardiología del Centro Médico ABC.
“Después de cierta edad, por ejemplo, de los 50 años en adelante, se le puede recomendar a un paciente, de manera individual y valorando tanto los peligros como los beneficios posibles, ingerir determinadas cantidades de vino tinto para poder prevenir la enfermedad cardiovascular. En jóvenes o personas que no presentan este riesgo no es benéfico y puede resultar perjudicial”, advierte el experto.
Más que un simple trago
La Fundación Española del Corazón indica que los antixiodantes contenidos en el vino tinto pueden ayudar a prevenir las afecciones de este órgano debido a que aumentan los niveles de colesterol bueno y producen un efecto protector en las arterias, que son los conductos encargados de transportar la sangre.
“El beneficio ejercido por el consumo moderado de alcohol sobre el sistema cardiovascular parece estar ligado, fundamentalmente, al efecto de ciertas grasas que circulan en la sangre y se llaman lipoproteínas plasmáticas, lo que eleva el colesterol bueno y, en menor medida, reduce el malo, también conocido como LDL.
“Otro efecto cardioprotector que se ha investigado científicamente es la disminución de la agregabilidad plaquetaria, cuando las plaquetas aumentan la formación de coágulos y producen cambios en la formación de la coagulación. De cierto modo, el vino tinto impide que estas células se junten o peguen y obstruyan la salida de sangre”, detalla el especialista en cardiología intervencionista.
Entre los antioxidantes que posee el vino tinto destacan los flavonoides y el resveratrol. La protección atribuida a los primeros compuestos se debe a su capacidad para mejorar los perfiles lipídicos y disminuir tanto la resistencia a la insulina como el estrés oxidativo. De manera natural, éstos se encuentran en vegetales, semillas, nueces, especias y cacao.
Por otro lado, el resveratrol proviene de la piel de las uvas utilizadas para la elaboración de esta bebida. Según médicos de Mayo Clinic, con solo comer o beber jugos de este fruto se puede consumir dicha sustancia, sin necesidad de ingerir bebidas alcohólicas. Otros alimentos como maníes y arándanos azules también lo contienen.
Nada con exceso…
La ingesta de vino tinto como alternativa para disminuir el riesgo de morir por enfermedades del corazón debe ser recomendada únicamente por un médico especialista, quien tomará en cuenta otras condiciones del paciente, entre ellas, el control de padecimientos, llevar un régimen nutricional adecuado (bajo en sal, azúcares y grasas), así como la práctica regular de ejercicio.
“Beber una o dos copas acompañadas de los alimentos, de manera diaria, puede resultar benéfico para pacientes con riesgo de enfermedad cardiovascular”, dice José Luis Ojeda Delgado. Entidades de salud como Mayo Clinic recomiendan un trago al día para mujeres de todas las edades y para hombres mayores de 65 años, y hasta dos para hombres menores de 65 años (debido a que, por lo general, ellos pesan más que las mujeres).
Un trago se entiende como una copa de 148 mililitros de vino tinto, o bien, un equivalente de cinco onzas. Excederse en la cantidad de alcohol puede acarrear problemas en el hígado o el páncreas, además de accidentes cardiovasculares o hipertensión arterial, sin mencionar caídas o percances automovilísticos.
Los estudios llevados a cabo se han centrado, hasta ahora, en los efectos del vino tinto, por lo que deben descartarse otras bebidas alcohólicas (vino blanco o rosado, cerveza, tequila, whisky y demás) como alternativas para reducir el riesgo de morir por un padecimiento del corazón.
Por el contrario, otros factores que sí han demostrado un beneficio en la salud de este órgano son llevar hábitos alimenticios adecuados, realizar ejercicio de manera periódica, evitar el tabaco y mantener bajo control enfermedades crónicas mediante la visita regular al médico. Haz conciencia, te lo decimos de corazón.
¿Y qué hay del café?
A esta bebida también se le atribuye un beneficio a la salud del corazón. Si bien la cafeína tiene un efecto hemodinámico, es decir, que aumenta la circulación de la sangre, la presión arterial y la frecuencia cardiaca, hay personas muy sensibles a ella que pueden presentar taquicardia, palpitaciones fuertes o sentirse inquietos o irritables. Así que no hay que confiarse.
- i una sola copa
- Los siguientes grupos de personas deben evitar, a toda costa, el consumo de alcohol:
- · Embarazadas.
- · Quienes tienen enfermedades hepáticas o pancreáticas.
- · Personas con antecedentes familiares de abuso de alcohol.
- · Adultos con insuficiencia cardiaca o corazón débil.
- · Pacientes que toman determinados medicamentos.