Con todo y la derrota la selección francesa logra clasificar a octavos en el primer lugar de su grupo.
Una Francia plagada de suplentes firmó en el último duelo de la fase de grupos del Mundial de Qatar una triste actuación ante Túnez, que acabó logrando la primera victoria de su historia contra la antigua metrópoli, pero no fue suficiente para avanzar a octavos de final por primera vez.
Aunque en el 98 Antoine Griezmann logró un gol que durante varios minutos subió al marcador, el árbitro retrasó el final del partido para verificarlo en el VAR y acabar anulándolo, lo que condenaba a Francia a firmar su primera derrota en un Mundial desde Brasil 2014.
La selección norteafricana se contentó del triunfo, más celebrado en las gradas que en el césped, porque la victoria de Australia contra Dinamarca en el otro duelo del grupo les priva del sueño que albergaban, pendiente de un milagro que solo se produjo a medias. La campeona del mundo dio descanso a la mayoría de los jugadores que habían amarrado la clasificación y casi el primer puesto y el experimento se saldó con una derrota que rompe una racha de seis en los Mundiales y que dejará heridas en el grupo.
Si Didier Deschamps quería presumir banquillo, se dio cuenta de que deberá afrontar el Mundial con menos margen de maniobra del que pensaba, lo que le aboca a buscar la renovación del título con la columna vertebral que venció a Australia y Dinamarca.
La unidad B no tuvo ni juego, ni carácter, en un estadio plagado de tunecinos que silbaron la Marsellesa y abuchearon a Mbappé, sin que tanta afrenta espoleara su orgullo.
Solo mejoró cuando, tras el tanto tunecino, Deschamps dio entrada a sus estrellas, pero ya sin tiempo para evitar la primera derrota de Francia en un Mundial desde los cuartos de final de 2014 contra Alemania.
Francia salió con nueve cambios con respecto al último duelo, cinco debutantes en un Mundial, solo dos supervivientes del triunfo de 2018.