Emocionante el partido el que nos espera en la segunda jornada del Grupo E del Mundial de Qatar, un choque en el que España puede certificar su clasificación matemática a los octavos de final y donde Alemania se juega seguir con vida en el torneo. Y es que los de Hansi Flick necesitan ganar a toda costa para no quedar eliminados a las primeras de cambio y repetir el mismo fracaso cosechado en Rusia 2018. Una final paral los germanos que ponen todas sus esperanzas en un niño.
Mucho se ha hablado de la juventud de la España de Luis Enrique, con talentos precoces como Pedri (20 años), Ansu Fati (20) o Gavi (18), entre muchos otros, pero no es menos cierto que un imberbe centrocampista casi recién aterrizado en el mundo del fútbol es la mejor razón de Alemania para creer en la posibilidad de remontar el vuelo. Con solo 19 años, Jamal Musiala ya se echó la responsabilidad de la mannschaft en su debut mundialista y, ante España, es la gran esperanza germana.
Alemania salió con un 4-2-3-1 ante Japón, un esquema muy similar al que se espera frente a España. La idea de juego de Flick es sencilla: dos mediocentros más posicionales como Kimmich y Gundögan se encargan de dar continuidad en la salida de juego y en la distribución. Por delante, Gnabry y Musiala son almas libres que buscan espacio en los costados y diagonales, aprovechando los movimientos de arrastre de Müller y con Havertz como cazagoles.
De hecho, hasta que horas después llegó el turno de España, los primeros sesenta minutos de Alemania ante Japón fueron exquisitos, de un fútbol alegre, vertical y con mucho peligro en ataque. Especialmente de la mano de un Musiala que, al igual que hace en el Bayern de Múnich, fue el gran acaparador de las jugadas de ataque. Inteligente, veloz y con una voracidad innata, demostró que es un jugador difícil de parar... hasta que Alemania colapsó por la falta de gasolina.
Cuando Japón entendió que la mejor manera de hacer daño a los germanos era, precisamente, jugar como ellos, Alemania se encontró con un inesperado problema. Las diagonales a la espalda de los mediocentros y los continuos dos contra uno generados por los laterales nipones fueron la clave de la remontada. Pero, a pesar de la sorpresa, España no se debe de confiar ante una mannschaft que no se puede permitir otro tropiezo y que irá a por todas en su final anticipada.
Y la gran razón germana para creer se llama Musiala. El joven talento del Bayern está considerado como una de las mayores promesas del fútbol mundial. Tan elevada es la estima que se tiene en el centrocampista bávaro que incluso la leyenda Lothar Matthäus asegura que el centrocampista lo tiene todo para ser el nuevo Messi. Palabras mayores para un jugador que acaba de aterrizar en el fútbol, pero que ya ha asombrado a todo el mundo con sus capacidades.
A pesar de su corta edad, ya lleva tres años en el primer equipo de Bayern, siendo este curso el de su explosión: ha jugado 22 partidos... y ha marcado 12 goles y dado 9 asistencias. O, lo que es lo mismo, con 19 años promedia casi una participación de gol por partido que juega. Casi nada. Pero ¿qué es lo que distingue a Musiala del resto de jugadores? No es su calidad, su velocidad, su rapidez mental, ni su estilo. La 'diferencia' la marca el entrenamiento de sus ojos.
Desde hace varios años, Musiala cuenta con un neuroentrenador que se encarga de preparar la coordinación entre sus ojos, el movimiento corporal y su cerebro para convertir acciones preparadas en movimientos naturales y, con ello, ganar décimas de segundo sobre el césped que son fundamentales. Por ejemplo, la posición del pie en un control de balón sin tener que mirar el esférico que, tras entrenarlo repetidamente, le permite hacerlo sin pensar. Y, sobre todo, sin mirar.
Tras su primer gran año en la elite, ya tiene la responsabilidad sobre sus espaldas de llevar el peso de Alemania, toda una tetracampeona del mundo y uno de los equipos que siempre es candidato al título. El combinado germano sabe que está ante una final y que solo la victoria le permite seguir con vida en el torneo. Todas las esperanzas están puestas en Musiala, el gran peligro de los alemanes. España no deberá perderle de vista si no quiere tener un disgusto.