Una caminata que se hace en unos 50 minutos le tomó al presidente más de cinco horas. Muestras de apoyo, de cariño, y de respeto, en muchos casos desbordadas, lo fueron deteniendo cada tanto; el presidente no parecía desesperarse. Llegó entero al Zócalo, donde dio un mensaje de una hora y cuarenta minutos.
Hubo momentos tensos, casi de preocupación. Sobre Paseo de la Reforma, a la altura del Senado de la República, personal de ayudantía le acercó un automóvil al Presidente, como alternativa para que lo abordara y llegara así al Zócalo capitalino. El Presidente optó por seguir a pie.
Ese es tal vez el momento más importante de la marcha. Andrés Manuel López Obrador, presidente de México, convocó a una marcha la mañana de este domingo en respuesta a una movilización el pasado 13 de noviembre en defensa del INE y en contra de la reforma electoral del mandatario.
El Presidente caminó de forma lenta unos cuatro kilómetros y medio, de la Glorieta del Ángel de la Independencia al Zócalo capitalino, donde despacha en Palacio Nacional y donde cada día, de lunes a viernes, da agenda con su conferencia mañanera.
Por más de cinco horas, López Obrador fue de nuevo Andrés Manuel. Caminó entre empellones, calor, cansancio, y muchas, muchas muestras de cariño. Sus simpatizantes le regalaron a su paso camisetas de beisbol, sombreros y consignas de "no estás solo". Su persona de seguridad tuvo una mañana complicada, fueron cuestionados en tanto desempeño y logística. En algunos momentos el espacio personal del mandatario se comprometía.
Sin embargo, fueron momentos de volver a las calles, unas calles desbordadas de simpatizantes, que si bien se conocieron denuncias de acarreo, también hubo multitudes convencidas y entusiastas que salieron a acompañar al presidente en lo que bien podría ser, él lo dijo así, su última marcha.
AMLO llegó entero a la plancha del Zócalo. No se detuvo de más, no desmayó, no se le veía cansado. Mostró que no ha perdido la condición física, ni el talante, el mood, el gusto de salir a las calles a marchar.
Miles de asistentes no llegaron al Zócalo; muchos más se retiraron antes de tiempo. Si bien no hay tomas que muestren la plancha repleta, la realidad es que las calles se llenaron de guinda.
Empezó su discurso casi a las 3 de la tarde en punto. Definió su modelo de gobierno como "humanismo mexicano".
Ante aregnas de sus simpatizantes, rechazó la reeleción. "Somos maderistas", dijo. Terminó una hora y cuarenta minutos después.
López Obrador dio respuesta así a la oposición. Logró mover a miles y mostró el músculo de un líder social que aún sale a la calle, que no se ha oxidado. Cinco horas de volver a sentirse opositor, pero sobre todo, amo y señor de las calles.