A lo largo de los años, experimentos sociales como el Stanford, Milgram o Asch han querido dar respuesta a ello.
¿Te has parado a pensar por qué actúas de una forma determinada ante unas situaciones u otras? Existen muchos factores que influyen en ello, como nuestras creencias, valores o emociones. Sin embargo, las consecuencias que pueden tener nuestros actos también juegan un papel fundamental en la toma de decisiones.
De hecho, como indica una psicóloga, no es sencillo adivinar cómo actuaría cada persona ante una situación si las consecuencias fueran suprimidas.
A lo largo de los años, experimentos sociales como el de Stanford, Milgram o Asch han querido dar respuestas, pero en el mismo día a día podemos vislumbrar algo. «El anonimato en las redes sociales, por ejemplo, hace que se expresen ciertos mensajes, en ocasiones muy hirientes, a personas a las que no se les trataría de esa forma si el contacto fuese cara a cara», señala.
No obstante, experimentos como el de Standford o Milgram demuestran que, efectivamente, las simulaciones pueden crear un entorno en el que se den ciertos comportamientos que sobrepasan los límites socialmente aceptados o que el individuo, fuera de la simulación, no sobrepasaría, en esto consistió cada experimento:
- Experimento de Asch:
En 1951, Asch llevó a cabo una serie de ensayos que demostraron el poder de la conformidad en los grupos. Para ello pidió a algunos estudiantes que participaran en una supuesta prueba de visión. En ella todos eran cómplices, menos uno, quien tenía que decir qué línea, entre las que le mostraban, era la más larga. Los cómplices daban una respuesta errónea y la mayoría de los individuos, al verse solos con una respuesta contraria a la del resto, se dejaban influir y contestaban lo mismo que los demás a pesar de no pensar igual.
- Obediencia a la autoridad, de Milgram:
En relación con el Holocausto y los crímenes nazis, se quiso comprobar el nivel de obediencia a la autoridad cuando esta pudiera entrar en conflicto con la conciencia personal. En este caso metían al sujeto experimental en una especie de laboratorio y tenía que seguir las indicaciones del investigador, las cuales correspondían a generarle descargas eléctricas a otro sujeto si este respondía mal a unas preguntas. Los resultados reflejaron que un alto porcentaje llegaba casi al final de la prueba, aunque esto implicara un supuesto peligro de muerte para la otra persona, solo porque el experimentador lo exigía.
- Experimento de la cárcel de Stanford:
Este estudio psicológico quiso comprobar cómo reaccionan los individuos cuando son sometidos a un ambiente extremo. Se reclutaron voluntarios que fueron divididos entre presos y guardias para convivir en una cárcel ficticia. Sin embargo, el experimento se descontroló hasta tal punto que tuvieron que cancelarlo en la primera semana.
Las simulaciones de este tipo pueden llevar a muchas personas a actuar de manera diferente, por el hecho de 'esconderse detrás de una máscara', o transgredir límites personales por seguir la opinión del grupo.
Esto dependerá –explican los expertos– de la presión del grupo y cómo la viva cada uno; la necesidad de pertenencia o de evitar el conflicto; la defensa de los derechos; cómo se perciba la autoridad y las necesidades de satisfacer esa aceptación; y factores de personalidad como seguridad personal, códigos morales y miedo a las consecuencias.
Como seres que viven en sociedad, las opiniones de los demás son una importante fuente de información, pero también debemos desarrollar la capacidad de generar un criterio propio y ser asertivos. Así evitaremos perdernos a nosotros mismos.
En esta línea, los expertos subrayan la importancia de tener un auto concepto claro sobre uno mismo y darnos valor, es decir, tener una alta autoestima. De esta forma priorizarás tu opinión sobre la del resto y recibirás las críticas como una opción a tener en cuenta, una idea más a valorar, pero sin anular las tuyas propias, ni cuestionarte aspectos vitales como tus valores.