El Newcastle venció 1-0 al Chelsea en un partido que el ha conseguido dominar con contundencia. Un gran gol en el minuto 66 de Joe Willock, con un potente disparo a la escuadra tras una gran jugada de Miguel Almirón ha bastado para que los de Eddie Howe se lleven los tres puntos y lleguen al parón mundialista en una posición impensable temporadas atrás: terceros a dos del Manchester City.
El conjunto magpie ha dominado con mucha autoridad y ha maniatado a un Chelsea que apenas ha podido crear peligro sobre la meta de Nick Pope. Solo a partir del minuto 60, cuando el partido se ha roto han podido los de Graham Potter llegar con mas frecuencia al área rival.
Reinaba un gran ambiente en el St. James Park, incluso con el silencio reverencial del homenaje a los caídos al inicio, con mosaico de la grada con poppie incluido (la clásica flor que conmemora a los soldados anónimos muertos en combate). Pero fue arrancar y afición y equipo ser uno. Es envidiable para casi cualquier aficionado ver jugar el Newcastle. Un equipo que es un bloque, saliendo a presionar arriba, con derroche, mordiendo a cada jugador contrario que llevase el balón y provocando pérdidas con la intención de agarrar el cuero y lanzarse arriba. Le costó mucho ordenarse al Chelsea, que se vio sorprendido ante tamaña intensidad.
Comenzaron las "urracas" de Eddie Howe a trabajar la banda derecha, con Trippier y Almirón amenazando. Ya para entonces Loftus-Cheek que partía de carrilero se había lesionado a los cinco minutos y había tenido que entrar Thiago Silva. Graham Potter ordenó repliegue para protegerse y buscar Broja en transiciones rápidas aprovechando momentos en los que el Newcastle se alegraba demasiado y subía con muchos hombres, desequilibrándose y descubriéndose. El armenio, sin embargo, se topó con un Sven Botman inconmensurable. Uno siente incomprensión viéndole jugar y vaciarse sobre el césped al pensar que no va al Mundial.
La primera parte acabó mas pareja, pero con la sensación de que le estaba faltando algo de acierto en el último pase al Newcastle. Metía al Chelsea atrás pero no podía disparar a puerta.
Pero a partir del 60 el partido se rompió. El Newcastle no tumbó la portería de Mendy y el Chelsea vió la oportunidad de jugárselo a una moneda al aire. Descuidarse, salir de atrás y convertir el partido en un corre-calles a ver si ahí llegaba. Fue osado , pero la jugada no salió bien. Y no salió bien porque el Newcastle es hoy por hoy mejor equipo. Tras un paradón de Nick Pope a Gallagher en la única clara del Chelsea, apareció Almirón, el hombre de moda. Encontró su jugada por la derecha, se deshizo del joven Lewis Hall (que debutaba en Premier a sus 18 años) y de Chalobah para llegar al borde del área, donde apareció como una moto Willock, el mejor de los suyos, para colocarla a la escuadra desde fuera del área. Golazo.
Y el Newcastle maniató al Chelsea con uno a cero. Ya no hubo mas corre-calles, ya no hubo mas descontrol. El ritmo bajó y solo pudo el Chelsea probar suerte en los minutos finales con algún balón parado, pero sin inquietar a Pope. Aunque el minuto final fue digno de manicomio, con conato de bronca, hubo mas tensión por ver si el Chelsea podía obrar un milagro que por que hubiera peligro real.
Los blues llegan al parón octavos, a dos puntos del Manchester United, que es quinto pero que tiene que jugar su encuentro de esta jornada.