En el mundo empresarial, entusiasmarse demasiado con una idea tiene un lado bueno y uno malo: “Está el entusiasmo que le pondremos al proyecto, la motivación, lo que creeremos en él”. En cambio, la parte negativa supone una ceguera ante lo crucial, lo que en el ámbito profesional suele equivaler a problemas. “En vez de centrarnos en lo que necesita el cliente, ponemos el foco en nuestro producto o servicio dando por descontado lo maravilloso que es o pensando que se va a vender solo”. Y abunda: “Por muy buena que sea tu idea, necesitas comprobar si se ajusta al usuario o el cliente”.
La solución es sencilla. Esta ceguera se solventa con una prueba preliminar a un grupo de control para dirimir si el producto cubre las necesidades del cliente. Basta con una escucha activa en la que los potenciales consumidores te digan qué les falta, qué no les gusta y qué cambiarían. A veces es incómodo escucharlo, pero es lo que más ayuda a no aferrarse a un planteamiento equivocado.
Este amor ciego por la idea propia es uno de los errores más frecuentes que cometen los emprendedores. Pero no es el único. Aquí te presentamos otros problemas recurrentes y sus posibles soluciones:
- Tener presente que habrá una ‘travesía por el desierto’: Según los expertos, el 90% de los emprendedores fracasa por una causa obvia, pero casi siempre inevitable: la falta de ingresos en los primeros años. Por este motivo y para elegir el método de financiación más adecuado para cada proyecto, el asesoramiento profesional que presta la entidad bancaria es clave para ayudar a los emprendedores a aclarar sus dudas y escoger, Solución: Es recomendable no dejar el trabajo anterior hasta que el nuevo proyecto no esté estabilizado. Es un sobreesfuerzo, pero tirarte a la piscina no es fácil, retoma Esta cautela también sirve para rebajar las expectativas en los primeros meses o años. Tener en mente esta situación puede prepararnos logística y financieramente cuando llegue.
- Pensar que el producto o el servicio es para todo el mundo: Este error entronca con la ya mencionada ceguera sobre el producto propio. es pensar que lo que ofrecemos es para cualquier persona, que cualquiera puede ser un cliente potencial. Solución: Hay que definir a la perfección el público objetivo. Si conoces bien al usuario la comunicación será mucho más precisa y será de gran ayuda para conseguir esos primeros clientes.
- Componer un equipo inadecuado: Emprender en equipo es fundamental. Se necesitan diversidad de miradas, backgrounds y conocimientos. Ir en modo solitario es complicado.Solución: La fortaleza del equipo permite afrontar con más garantías los momentos complicados que conlleva un nuevo negocio.
- Prescindir de un plan de negocio: La principal excusa que ponen los emprendedores para no elaborar un plan de negocio es que la práctica nunca se ajusta a la teoría. Aun así, siempre es conveniente hacerlo: El plan de negocio te obliga a aprender del proyecto, del mercado, a ver qué requerimientos legales necesitas… Aprendes. Es como un máster del sector al que te apuntas antes de empezar.
- No vigilar los gastos: Sobre los gastos iniciales, los primeros desembolsos en material, alquiler, personal o publicidad. Vemos casos de endeudamiento temprano por un despacho o unos equipos que realmente no son necesarios. Hay que tener cuidado con asumir gastos elevados desde el minuto cero. Si tienes reservas financieras, perfecto. Si confías en los ingresos, semáforo rojo. Solución: No es tanto embarcarse en el proyecto con los mínimos gastos posibles, sino hacerlo vigilando de cerca los gastos superfluos o extras, Esta es la mejor receta. Es sentido común, pero no siempre se aplica cuando emprendemos.