El cineasta estrenó en el Teatro Chino de Hollywood Pinocho, película que llegará a Netflix.
Pinocho (Pinocchio) llegó con bombo y platillos a su premiere en el emblemático Teatro Chino de las manos del propio Guillermo del Toro, quien no negó la cruz de su parroquia y consideró su factura muy mexicana la cinta animada con la técnica stop-motion, forjada en conjunto con The Jim Henson Company y ShadowMachine y la participación de El Taller de Chucho, fundado en Guadalajara.
El productor J. J. Abrams lo recibió como moderador y Bob Gazzale, presidente del American Film Institute, presentó a Del Toro como “un monumento de la fantasía y habitante del olimpo del género en el cine”.
El realizador estuvo acompañado por su codirector Mark Gustafson, el músico Alexandre Desplat y parte del talento tras las voces de sus personajes, como los actores Gregory Mann, Finn Wolfhard y el ganador del Oscar, Christoph Waltz. Ahí charló en exclusiva sobre su estreno del filme en Netflix el 9 de diciembre.
No pudiste estar en el estreno latinoamericano de Pinocho, tras tomar unos días para ti y tu familia por la partida de tu madre. ¿Traes a México ahora a tu premiere en Hollywood?
No es en ese momento, yo tengo a México dentro las 24 horas del día, siete días a la semana. Siempre en mis decisiones, mis sentimientos, mis dolencias, mis carencias, todo es mexicano.
Lo primero que me da orgullo hoy es que estamos representando a un montón de creatividad de México. Que la película trae su temática sobre la vida y la muerte, el amor a este momento tan breve que es la vida. Todo viene de ahí. Unos personajes que son básicamente artesanía mexicana viva.
Como Geppetto a Pinocho, ¿qué tan importante es pensar que cuando creas algo estamos inspirando a alguien más?
Lo importante es dar para recibir. Tú creas algo que crees es importante. No hago películas que no creo no sean necesarias. Hay gente a las que les guste y quienes que no, pero creo que son necesarias. Y la manera que las hago es tratando de mostrar el trabajo de mis colaboradores tanto como se pueda.
Es muy bonito para mí que el primer Oscar de un mexicano en cinematografía lo ganó Guillermo Navarro con El laberinto del fauno, el primer Oscar de Eugenio Caballero (Diseño de Producción) también ocurrió en esa película. En este caso, Pinocho trata de demostrar qué buenos animadores tenemos en Guadalajara, pero ahora desempeñándose en un estadio mundial.
En tu versión de Pinocho el personaje es desobediente y has dicho que esta es una virtud en él. Ahora mismo hay países como Irán, cuyas mujeres desobedecen también los intentos del gobierno por reprimirlas. No es gratuito que sitúes tu aventura dentro de la Italia fascista de la Segunda Guerra Mundial…
La desobediencia empieza en casa y luego en todas las arenas. Pinocho trata de enseñar un tiempo, un momento en la historia en que todos los personajes actúan como títeres, menos el títere. Entonces es muy hermoso entender lo sanador que es la presencia de Pinocho en ese pueblo y país de Italia, observando cómo él transforma a todos en lugar que lo transformen a él.
¿Qué le dirías a alguien que ha crecido con el personaje de Pinocho durante su vida, ya sea el cuento publicado o las distintas versiones del cine, incluyendo el clásico de Disney de 1940?
Que es el mismo personaje que colecciono yo. Era un vínculo muy profundo que tenía con mi mamá. Fue la segunda o tercera película que vimos juntos en el cine y el personaje por lo mismo es venerado en mi casa también. Lo cual quiero decir que aclaro desde el principio que es ‘Pinocho de Guillermo del Toro’, no el de Carlo Collodi ni el de Disney, es este que hicimos. A partir de ahí, si vienes esperando alguna otra cosa, no será así. Nuestro Pinocho es una película que conforma una sola pieza con El laberinto del fauno, El espinazo del diablo, La forma del agua y hasta Cronos con la que inicié.