Trastorno de déficit, ¿cómo se siente vivir con hiperactividad?

Más que un rasgo peculiar, o una excusa para hacer menos, el TDAH es un trastorno que puede tener consecuencias dolorosas.

Estás leyendo este artículo sobre el Mes de Concienciación sobre el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad TDAH a estas alturas, porque no lo pude entregar a mediados de mes, como se me pidió. 

Cuando discutimos el artículo en nuestra reunión de equipo, un gerente hizo una broma al respecto, y mentalmente, me prometí a mí misma que esto no ocurriría jamás. Lo intenté. Pero aquí estoy, de nuevo.

TDAH. Es difícil explicar a la gente lo que me ha pasado cuando les he defraudado de alguna manera. Llego tarde, otra vez. No les contesté durante semanas, o meses, o me olvidé de contestar sus mensajes. Mis textos se enviaron tarde. ¿Por qué no me levanté antes? ¿Empezar antes? ¿Responder enseguida? ¿Por qué no aprendo de mis errores? El TDAH tiende a provocar que a más de uno se le pongan los ojos en blanco cuando alguien habla del tema. Hay una mentalidad de: ‘no hay que olvidar que a todos nos puede pasar que llegamos tarde, que a nadie le gusta trabajar, que todo el mundo pierde cosas. Así que ponte las pilas y organiza tu vida’, como si fuera tan fácil. Esto es parte de la frustración: lo tonto que parece, lo sencillo que debería ser, el fracaso personal que se siente. Es un trastorno que pagas multiplicado por diez: no sólo con la amargura de no conseguir tus objetivos, sino también con la vergüenza de defraudar a los demás. Sufres el castigo que te imponen en el momento, así como la posibilidad de perder a largo plazo: un ascenso, una relación, tus sueños, el tiempo.

Diagnóstico.  Un ejemplo: en la universidad, antes de que tuviera un diagnóstico, no recibía la paga de la pensión alimenticia la mayoría de las semanas porque llegaba tarde demasiadas veces. Una profesora me hacía esperar fuera de su clase matutina mientras daba clases sin que nadie la oyera, y yo sentía la humillación en las miradas de mis compañeros sobre la espalda, y de ser puesta como ejemplo de lo malo. Finalmente, ella salía y me gritaba (una vez lo hizo con lágrimas en los ojos) por no tomarme en serio su clase. Perdía dinero, sus clases, mi tiempo, estaba ansiosa cada día por asistir, avergonzada, y luego me sentía aún peor por haberla herido. Pero, por mucho que lo intentara, yo no podía cambiar.

Lóbulo. El neurólogo Dr. Russell Barkley, uno de los principales expertos en este trastorno, explica que ‘las personas con TDAH no pueden utilizar su sentido del tiempo como parte de un déficit en el lóbulo frontal’. Esa parte del cerebro es más pequeña y las neuronas tienen una función más débil. Esto conduce a un impedimento sobre la percepción del tiempo (ser incapaz de percibir el paso del tiempo de la misma manera que los demás) o lo que él llama una ‘miopía sobre el tiempo que te impide organizarte.

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