Este sitio histórico se niega a desaparecer a pesar de los embates del tiempo, la destrucción de buscadores de tesoros y la apatía por conservarlo. ¡Vamos a viajar al pasado!
Tres vetustas paredes, a punto de colapsar, son los únicos vestigios que quedan como mudos testigos de una época de bonanza que data desde principios del siglo XIX y que corresponden a lo que era la antigua hacienda de Nuestra Señora de las Tres Hermanas, en lo que ahora es el municipio de Escobedo, Coahuila en México.
Se le conocía como “La Muralla” por su inmensa barda perimetral pétrea que la hacía ser una fortaleza (A mí apreciación, pudo ser similar a la barda de Santa Rosa ubicada en la carretera Estatal 24, Monclova-Candela). Su casco era enorme, obra de la segunda etapa del latifundio de los Sánchez Navarro (De acuerdo a José María Castro Zertuche, Lucas Martínez Sánchez y Virgilio Rafael González Guajardo).
Se atribuye la construcción a José Melchor Sánchez Navarro y su mujer Apolonia Berain, este lugar ya era mencionado en los estudios de Charles Harris y por su posición geográfica controlaba las demás propiedades, dedicándose al cultivo de caña de azúcar con jugosas ganancias, aprovechando el ojo de agua caliente ubicado al suroeste.
Cuando mi compañero de aventuras Gabriel González Akessler me invitó a investigar aquellas ruinas… ¡Para luego es tarde! ¡Una nueva aventura nos esperaba! Llegamos al lugar tras una serie de rodeos y al estar frente a esas paredes de inmediato denotaban la grandeza de lo que fue aquel complejo agrícola y ganadero que era considerado el mayor casco de Coahuila. Desde ahí podíamos observar gran parte del valle de Cándamo y los cerros que se mencionan en tratados coloniales. Lo primero fue comparar la fotografía que él traía, para saber desde qué parte fue tomada a principios del siglo XX.
¡Ah sitio histórico! testigo del paso de Andrés Viesca(1835), Antonio López de Santa Ana (1836), John Ellis Wool (1846 siendo atendido por Miguel Blanco). Soportó ataques indios, embargos del gobierno y saqueos republicanos hasta ser expropiada. Pero también fue cuartel general de las fuerzas carrancistas a cargo del general Pablo González tras la paz porfiriana que la hizo renacer con inmensos cultivos.
Tanto para González Akessler como para su suegro José Luis Fernández de la Garza y un servidor, era una lástima como un monumento histórico quedó en el olvido y sin la protección de autoridades. Aquellas inmensas piedras que la hicieron ser una mole, estaban tiradas y desbalagadas, resultado del tiempo y la nula atención de las generaciones posteriores, pero en gran parte de buscadores de tesoros sin escrúpulos que incluso… ¡Hasta maquinaria pesada metieron!
Todo esto deja un amargo sabor de boca ya que constaté que por doquier existían excavaciones, paredes derribadas y montones de tierra; Eso también lo lamentaron los historiadores que mencioné líneas antes ya que hasta hace tres décadas aún se conservaba gran parte de la construcción. A pesar de todo, el simple hecho de pisar un sitio de tal magnitud para quienes emprendemos estas aventuras… ¡Es toda una recompensa!
Así era una parte de la hacienda de "Las tres hermanas".
Parte de la construcción fue destruida por "buscatesoros".
Las ruinas se niegan a caer ante los embates del tiempo.