¿Cuáles son los indicios de que nuestra salud mental se está deteriorando? Y, en caso de que esos indicios existan, ¿cuándo sería necesario pedir ayuda psicológica a un profesional?
La psicóloga clínica Pilar Guerra Escudero ha constatado un aumento significativo de pacientes que tiene en consulta como consecuencia de una salud mental deteriorada.
Ello se debe en gran parte a la pandemia y a los acontecimientos posteriores, pero también hay una gran cantidad de casos que se originan en las interrelaciones dañinas, ya sea en la pareja, la familia, el entorno laboral o los grupos de amigos, asegura.
Según esta psicóloga especializada en adicción y desintoxicación emocional, trastornos emocionales y de conducta, “un alto porcentaje de la población presenta síntomas de ansiedad, como los desórdenes del sueño, el aislamiento social, el miedo y la depresión, así como cuadros de estrés postraumático y trastorno por estrés”.
Además de los trastornos originados por la pandemia y sus derivados, buena parte de los cuadros diagnosticados en las consultas de psicología, tienen que ver con los comportamientos de los seres humanos que causan daños en los otros, según puntualiza.
La psicóloga Guerra describe “5 señales inequívocas” de que nuestro bienestar emocional está experimentando un menoscabo, y que pueden delatar un cierto deterioro en nuestra salud mental y emocional.
Señales de que tal vez necesitas ayuda psicológica
1. Negatividad constante
“Tener una actitud negativa y una forma de proceder excesivamente crítica produce tensión, agitación emocional y un estrés relevante. Los pensamientos negativos afectan a nuestro funcionamiento emocional y, cuando son continuos, puede conllevar trastornos como la depresión o la ansiedad”, señala Guerra.
2. Miedo, preocupación, cambios de humor
Esta psicóloga explica que sentirse inusualmente confundido, olvidadizo, enfadado, molesto, preocupado o asustado es otra señal de que nuestra salud mental está alterada.
“Suelen aflorar sentimientos de tristeza, desánimo o culpa, además de altibajos pronunciados y cambios radicales de humor”, apunta.
3. Postergación
“Todo el mundo deja para más tarde en algún momento sus tareas u obligaciones pendientes, para dedicar su tiempo a otra actividad más agradable o no hacer nada, con la excusa de que necesita descansar un poco. Procrastinar (diferir) se vuelve preocupante cuando ocurre a diario, a todas horas, con cualquier tarea”, advierte.
4. Aislamiento
Una cosa es ser una persona introvertida (lo cual no es un problema ni está mal). Guerra señala que evitar relacionase con los demás puede ocurrir de vez en cuando, pero cuando una persona teme socializar en exceso y de forma persistente, quizá está experimentando una fobia social, que puede llegar a interferir sus actividades diarias, sus relaciones con otras personas y su rendimiento laboral, puntualiza.
5. Apatía
Nuestro nivel de motivación puede variar, pero perder la ilusión por aquellas cosas con las que antes se disfrutaban puede provocar una falta de interés por el futuro, según Guerra.
“Esta sensación de desgana puede dificultar la realización de las actividades, tanto las diarias como otras que se presenten y propiciar una indiferencia muy generalizada”, indica.
¿Necesitas atención psicológica?
Esta psicóloga explica que una persona puede experimentar muchas emociones negativas y no sufrir una patología mental.
Sin embargo, si alguien ha detectado en sí misma alguna o varias de las señales descritas anteriormente, conviene poner en marcha medidas de prevención para evitar que estos problemas se profundicen.
La persona debe estar atenta a la evolución de dichas señales y a la manera en que los cambios del día a día afectan su bienestar emocional, según Guerra.
En estos casos, es importante que la persona no le quite importancia a su salud mental, tome conciencia de sus emociones y acuda a un profesional que puede ser la solución, al ayudarle a afrontar la situación y acompañarle durante todo el proceso de cambio que implica una psicoterapia.
Vencer la resistencia
“La dificultad para acudir a psicoterapia, que experimentan algunas personas, tiene que ver con su propia dificultad para reconocer las razones que hacen necesario que acuda a consulta psicológica. A esto se le llama resistencia”, explica Guerra.
La resistencia viene dada como consecuencia de una tendencia de carácter negadora, es decir, que la persona muestra “un cierto atisbo de prejuicio respecto al mundo de las emociones”.
Por ejemplo, algunas personas con resistencia a acudir a terapia temen ser estigmatizados como enfermos mentales.
Otras personas con resistencia al tratamiento de psicoterapia consideran que “pueden salir de sus problemas por sí mismas, por lo que no necesitan ningún psicólogo”, puntualiza.
"La salud mental es una disciplina encargada de mejorar los sentimientos y emociones, las conductas y los comportamientos, así como nuestro mundo de pensamientos y de ideas, discerniendo aquello que es racional de lo que no lo es”, explica Guerra.
“El psicólogo no es un juez, sino un profesional facilitador de la estabilidad emocional y de desarrollo del potencial humano de las personas”.