Lionel Dahmer también habla de su vida privada y su relación con su hijo.
La habitación era fría, silenciosa y poco iluminada. El suelo de baldosas blancas hacía que la poca luz que emitían las antiguas lámparas de neón blancas, se reflejara por toda la habitación, logrando centrar la atención en la mesa que llenaba el lugar. Así nos presenta Netflix la noche del 22 de julio del año 1991, cuando Lionel Dahmer estaba siendo informado en una estación de policía, sobre los atroces crímenes que había cometido su hijo mayor, Jeffrey Dahmer.
El pasado 21 de septiembre, Netflix estrenó su serie “Monstruo: la historia de Jeffrey Dahmer”, en donde se relata la vida del ‘Caníbal de Milwaukee’, un asesino en serie que mató cruelmente a 17 jóvenes, entre 1978 y 1991. La obra ha desatado todo tipo de polémicas, desde el debate sobre la romantización de los asesinos, hasta el cuestionamiento de dónde está la familia ahora y qué piensa al respecto.
En especial su padre, pues según la serie, él fue quien estuvo a su lado, desde su arresto hasta su sentencia.
La madre de Jeffrey y su hijo menor permanecieron lejos del ojo público desde la captura, con el fin de no ser reconocidos. Aun así, Lionel sí estuvo en el ojo del huracán, incluso antes del éxito de Netflix, cuando publicó su libro de memorias ‘A Father’s Story’.
Aquí no sólo cuenta lo arrepentido que está de no poder haber visto las señales antes de los asesinatos, sino que también habla de su vida privada y su relación con su hijo.
Un químico con un sueño
Lionel Herbert Dahmer nació el 29 de julio de 1936. Estudió química y se desempeñó como científico y profesor durante muchos años en Milwaukee, Wisconsin. Allí no sólo conoció y se casó con el amor de su vida, Joyce Flint, sino que también formó una familia con ella.
Su vida era de ensueño, hasta que poco a poco comenzó a tener problemas con Joyce debido a que tenía problemas relacionados con su estabilidad emocional, pues era hipocondríaca y tenía depresión. De hecho, esto no era algo nuevo. Dahmer cuenta en su libro que cuando su esposa estaba embarazada de Jeffrey, tomaba casi 26 pastillas distintas. Hecho al que le atribuye, de manera especulativa, parte del comportamiento de su hijo.
Además, su trabajo lo obligó a mudarse muchas veces con su familia, época en donde al parecer también les había enseñado el mundo de la taxidermia y la química a sus hijos, en especial a Jeffrey. David, su segundo hijo, no presentaba tanta conexión con el tema, y por el contrario, era más unido a su madre.
Aun así, para ese entonces ya presentaba signos de abandono. En el libro de Joel Norris, donde el autor cuenta la vida y evolución del asesino caníbal Jeffrey Dahmer, se pueden encontrar testimonios de las maestras, quienes estaban preocupadas por la timidez de su alumno y la ausencia constante de sus padres.
Después de muchos años tratando de mantener su matrimonio, al final Joyce y Lionel se divorciaron en 1970. La principal causa era que el químico quería seguir en la academia y obtener un doctorado, pero su familia y trabajo eran muy demandantes. Ocho años después, volvió a casarse con su actual esposa, Shari Dahmer.
Por otro lado, Joyce falleció en el año 2000 después de haber luchado contra el cáncer de mama y problemas de salud mental, que la habían llevado a intentar quitarse la vida en dos ocasiones.
Un chico normal, callado
Lionel describe en su libro que Jeffrey era un chico normal, callado y tranquilo. Sin embargo, probablemente esta percepción se daba a la desconexión que tenía con él para ese entonces.
En su adolescencia, “el chico normal y callado” realmente tenía problemas de alcoholismo, era abusado físicamente en su escuela y lidiaba con los deseos de asesinar a otros hombres.
Antes del arresto de su hijo en julio de 1991, cuando los agentes de policía descubrieron varias cabezas cortadas, huesos y órganos en su apartamento, ya había sido declarado culpable de agresión sexual en segundo grado y cumplido una sentencia de 10 meses de prisión.
Para entonces, Lionel le había escrito una carta a la jueza encargada del caso, pidiéndole que no lo dejara en libertad. Según el documental ‘Jeffrey Dahmer: Mind of a Monster’ de Investigation Discovery, la carta decía lo siguiente:
“Tengo mis reservas con respecto a las posibilidades de Jeff cuando salga a la calle. He experimentado un momento extremadamente frustrante al tratar de instar a iniciar algún tipo de tratamiento”, escribió Lionel. “Espero sinceramente que pueda intervenir de alguna manera para ayudar a mi hijo, a quien amo mucho y para quien deseo una vida mejor”.
El químico explica que ya se había dado cuenta de la inestabilidad emocional de su hijo y estaba buscando ayuda. Lastimosamente, Jeffrey fue liberado dos meses antes de lo esperado y asesinó a su primera víctima, Steven Hicks.
El juicio que los acercó
En una entrevista que tuvo con Oprah Winfrey en 1994, Lionel declaró que el proceso penal por el cual estaba pasando su hijo, los había acercado. “Nos hemos acercado mucho desde su arresto. Todavía amo a mi hijo. Siempre me quedaré con él. Tengo que hacerlo”.
Dahmer fue arrestado en 1991. Fue declarado culpable de 15 cargos de asesinato en 1992. Doce de estos crímenes fueron cometidos en su apartamento de Wisconsin. Tres víctimas fueron asesinadas y desmembradas en la residencia de su abuela en West Allis.
Las pruebas no sólo fueron contundentes, sino que incluso los médicos que testificaron dijeron que no padecía de algún trastorno mental y que estaba plenamente consciente de sus acciones. Tras esto, lo sentenciaron a 15 cadenas perpetuas consecutivas.
Desde entonces, su padre lo visitaba en la cárcel, hablaba con él por teléfono y aprovechaba cualquier oportunidad para saber de él.
Tiempo después, comentó que una de las cosas que más le impresionó fue que, durante el juicio se enteró que, entre los 12 y 14 años, recolectaba animales muertos o atropellados, y los llevaba a casa. Nadie se había percatado de ello: ni su madre, su hermano o sus amigos.
Por esto mismo participó en innumerables entrevistas y ha hablado extensamente sobre su hijo. Para él, era importante poder advertir a los padres sobre las señales que pueden ir presentando sus hijos, así como pedirles que realicen un acompañamiento continuo en su crecimiento. Según cuenta, se arrepiente de no haber compartido más con su hijo a una temprana edad y haberse dedicado a sus problemas maritales.
Lionel acompañó a su hijo hasta el final de sus días, cuando el 28 de noviembre de 1994, Christopher Scarver, un compañero de prisión en la Institución Correccional de Columbia en Wisconsin, mató a golpes a Jeffrey.
Por ahora, lo último que se supo fue que Lionel es que ahora tiene 86 años, se jubiló hace dos décadas y vive en Ohio con su segunda esposa Shari.