El pasado miércoles, el periodismo se enalteció en la mañanera del presidente Andrés Manuel López Obrador. Si bien algunos no congenian con Jorge Ramos, lo que él hizo fue digno y respetuoso.
Con cifras de su Gobierno, con base al Secretariado Ejecutivo de Seguridad Pública, Ramos cuestionó al mandatario sobre su estrategia de seguridad, advirtiendo de entrada que su sexenio ya es el más violento de la historia reciente.
"Tengo que comenzar con malas noticias: su Gobierno ya es el más violento en la historia moderna de México", le dijo Ramos.
-"No coincido contigo", contestó el mandatario federal.
Jorge Ramos replicó: “Estas son las cifras de su propio Gobierno, la saque de su página. Desde que usted llegó al poder ha habido 126 mil 206 mexicanos asesinados, más que los 124 mil de Peña, más que los 121 mil de Calderón.
Esto lo que significa, señor presidente, (es que) a pesar de las cifras que nos ha dado, es que su estrategia de seguridad no ha funcionado. la militarización no ha funcionado, su propuesta de la Guardia Nacional, por eso es que muchos se oponen a ella y la idea de ‘abrazos, no balazos’, al final ha dado más balazos; el problema es que, si no corrigen, se va a poner mucho peor; al final, cuando usted entregue el poder, el 1 de octubre de 2024, va a haber 191 mil muertos”.
En respuesta, AMLO expresó: “No coincido contigo, no estoy de acuerdo y considero que no tienes razón”.
“Pero es que son sus datos”, replicó de nuevo el presentador.
-“Nada más es cosa de cómo los presentas tú y cómo consideramos nosotros (que) deben de darse a conocer”, dijo entonces el presidente.
LA PERFECCIÓN
López Obrador pudo -y debió- haber calibrado mejor su respuesta, pues más allá de sembrar conspiraciones innecesarias de manipulación, su discurso no solo rayó en la descalificación y la necedad, sino en una increíble autopercepción de perfección.
Escribo lo aquí dicho con todo el respeto hacia la 4T y hacia el propio presidente, aclarando de entrada que no creo unitariamente que su estrategia de seguridad sea incorrecta por completo.
Sí creo, sin embargo, que echar candado y no escuchar al pueblo que no lo sigue, a los medios, a los expertos y a los opositores, por más neoliberales que parezcan, da más señales de inseguridad que de convencimiento.
López Obrador pudo responder a voluntad a Jorge Ramos. Pudo haber justificado como quisiera. Pudo utilizar argumentos basados en subregistros con sus antecesores, haberse apegado a la naturaleza del contexto que su Gobierno enfrenta. Pudo incluso razonar que su estrategia es tan contundente que el crimen está respondiendo. No lo hizo.
Sencillamente, el presidente prefirió descalificar nuevamente. Prefirió no escuchar. Prefirió recurrir a sus otros datos. AMLO es, por mucho y con acciones, uno de los mejores presidentes que ha tenido el país, pero no es perfecto, y debe entender que lo mismo gobierna para los suyos que para los que están en su contra. No escucharlos al menos, puede ser su peor error.