Un hombre de 35 años que reside en <a ">Estados Unidos se llevó el susto de su vida. Perdió su piercing, revisó en todos los lugares de su vivienda, pero no tuvo éxito. El tiempo pasó y se olvidó del asunto, hasta que un día descubrió el lugar donde estaba: su pulmón.
Se trata Joey Lykins, quien se despertó y se percató que le faltaba una de sus varias perforaciones corporales. Se trataba del septum de su nariz.
En diálogo con Kennedy News and Media, declaró: “Pensé que tal vez me lo había tragado. Revisé por todos lados, volteé la cama... Hice de todo”. Como no lo ubicó, tomó de la decisión de reemplazarlo por otro y continuó con su vida.
Cinco años más tarde, mientras dormía a horas de la madrugada, despertó. Su descanso se interrumpió a las 2:30 a.m. (hora estadounidense) por una tos muy intensa que no se detenía. “Sentí que algo bloqueaba mis vías respiratorias y creí que estaba enfermo”, recordó Lykins, que trabaja en jardinería.
El sujeto tosía de manera tan fuerte que la espalda le empezó a doler. En consecuencia, supuso un lamentable escenario y se aventuró a pensar que era una neumonía.
De manera inmediata, se dirigió a un centro médico. “Sentía que tenía algo cuando tosía, aunque pensé que se debía a la presunta infección”, relató.
El hombre estadounidense se acercó de urgencia a un hospital. Una vez en el lugar, el médico a cargo le ordenó someterse a una radiografía de los pulmones.
Tras el resultado del estudio, surgieron dos noticias. La primera novedad alentadora: el paciente no tenía ninguna neumonía. No obstante, la segunda vaticinaba una complicación: el piercing perdido de Joey reposaba en su pulmón izquierdo.
“El doctor vino, me mostró la imagen de la radiografía y preguntó: ‘¿Esto te resulta familiar?’. Y yo le respondí: ¿Es una broma? He estado buscando eso hace años. Supongo que aspiré el septum y terminó alojado allí”, contó.
La esposa del paciente quedó estupefacta ante la inusual situación. “El médico me confesó que había ganado el premio al ‘Mejor caso de la noche’, por lo insólito”, afirmó.
Tres días después, a Lykins le realizaron una broncoscopía para removerle el piercing del órgano. Al comienzo, le introdujeron por la garganta un tubo fino con una cámara hasta llegar a los pulmones y después le extrajeron el cuerpo extraño, que lo estaba dañando.
“Me durmieron y me metieron una cámara por la tráquea con un pequeño sujetador. Agarraron el septum, lo sacaron y me lo devolvieron”, expresó. Asimismo, indicó que conserva las imágenes de la intervención, y también la radiografía, como prueba del incidente.