Comer un tamal de vez en cuando no te hará ganar peso.
México cuenta con una gran variedad de estilos de tamal, ya que cada región tiene su propia versión. Se distinguen por la envoltura, el tipo de masa, el tamaño y el relleno, el cual puede ser de verduras, frutas, algún tipo de proteína como carne, pollo, camarón, frijol, queso o simplemente se preparan con salsa o frijoles. En algunos casos no llevan relleno y son sustituto de la tortilla.
¿Y su valor nutrimental?
Son las “barras energéticas” más económicas que puedes encontrar en el mercado. Son un alimento muy calórico por su alto contenido de carbohidratos y grasa. De ahí que sea uno de los desayunos predilectos de los trabajadores de la construcción, quienes requieren de alimentos energéticos para soportar la jornada. De acuerdo al Sistema Mexicano de Alimentos Equivalentes, cada 100 gramos de tamal aportan, en promedio, 250 calorías y 15 gramos de grasa que equivalen a tres cucharaditas de manteca.
Todo cabe en una dieta sabiéndolo acomodar
Los tamales no son alimentos prohibidos. La clave para su consumo está en la moderación y en lo que comes el resto del día. Para ello te recomiendo:
1. Comer el tamal por la mañana, no por la noche.
2. Considerar que se trata de un plato principal, no de una guarnición.
3. Evitar la famosa guajolota (torta de tamal).
4. Acompañarlos con café negro en lugar de atole o champurrado.
5. En las siguientes comidas, aumenta el consumo de verduras crudas y agua natural.
6. Evitar alimentos grasosos y ricos en harinas refinadas el resto del día.
Atole y tamal, ¿el combo perfecto?
Una taza (240 ml) de atole con leche aporta 185 kcal y 4 gramos de grasa. Es importante considerar que estos son valores promedio. Por otro lado, las propiedades nutrimentales de los tamales también varían. Depende del tipo de masa y grasa que se utiliza, la carne que se usa y el modo de preparación (algunas personas los fríen). Por lo tanto, puede existir mucha diferencia de calorías y aporte de grasa entre una receta y otra.