Muchos son los años en los que. México se ha enfrentado a altos niveles de inseguridad y de violencia, con más de 35.000 homicidios registrados anualmente, lo que implica un enorme aumento en los últimos 15 años, y más de 100.000 personas reconocidas como desaparecidas o no localizadas.
La violencia, entre homicidios, desapariciones y otras formas de violencia, se ha vuelto una herramienta tristemente cotidiana que usan diferentes actores y grupos para imponerse, enviar mensajes y buscar controlar mercados ilegales y territorios.
Contradiciendo su promesa de campaña de “regresar el Ejército a sus cuarteles”, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, ha anunciado su aprobación de que la Guardia Nacional “dependa completamente” de la Secretaría de la Defensa Nacional. Así, el gobierno profundiza a la militarización de la seguridad pública a pesar de los altos costos de esta estrategia en materia de derechos humanos y de su comprobado fracaso a la hora de abordar la violencia y el narcotráfico.
Cuando Felipe Calderón llegó a la presidencia en 2006, anunció la militarización como una medida temporal, mientras supuestamente se fortalecían las policías y las instituciones y se retomaba el control territorial en determinadas zonas del país. Lo que ocurrió en realidad fue que el despliegue militar se prolongó a lo largo del gobierno de Calderón, y luego continuó con el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto.
López Obrador fue electo en 2018 prometió regresar a las fuerzas armadas a sus cuarteles… Sí, eso prometió anteriormente, pero, muy por el contrario, una de sus primeras acciones fue la creación de una Guardia Nacional para reemplazar a la Policía Federal; y ahora parte de SEDENA.
La gran mayoría de sus más de 100.000 miembros son militares y, en la práctica, ya está bajo el control operativo de la SEDENA. Y eso no es todo: además de la Guardia Nacional, siguen desplegadas las fuerzas armadas, el Ejército y la Marina, de manera tal que hoy el despliegue militar es mayor que nunca en la historia reciente.
En este modelo, las fuerzas armadas no solo están desplegadas en tareas policiales, sino que tienen un papel muy protagónico en tareas de control migratorio en las fronteras, se encargan de puertos y aduanas, construyen y administran grandes proyectos de infraestructura, entre otras.
A pesar de que el presidente López Obrador ha dicho que ha dado instrucciones para que las fuerzas armadas no repriman y no violen derechos humanos. Desde luego, incluso con instrucciones, en este gobierno se han presentado casos de uso excesivo de la fuerza y de privación arbitraria de la vida por parte de elementos de las fuerzas armadas y la Guardia Nacional.
Ni la Comisión Nacional de los Derechos Humanos ni la Fiscalía General de la República han sido contrapesos eficaces en términos de investigaciones sobre abusos militares.
Hay que recordar, sin embargo, que estas instituciones militares son las mismas responsables de los niveles de abusos vistos desde hace años y que no han atravesado por un proceso efectivo de rendición de cuentas. Tampoco han sido reformadas para garantizar la transparencia y construir mecanismos de control eficaces. Y “Cuarta Transformación” Tiene una marcada tendencia a permear a la sociedad, durante lo que va del sexenio, de una especie de refundación de México, que llegó para quedarse, así como la "bendita" Guardia Nacional. Este episodio de la Historia podría aparecer en los libros de texto en los años futuros.