La rosa de Guadalupe es el programa en su tipo más exitoso de México, al ser un desahogo para la sociedad.
En el país más devoto a la Virgen de Guadalupe, un programa unitario ha hecho lo que muchos creadores de contenido del entretenimiento considerarían un milagro: permanecer 15 años al aire sin un elenco famoso y con altos índices de rating no sólo en México, sino en Latinoamérica.
Desde 2008, La rosa de Guadalupe ha logrado ficcionar episodios de la realidad mexicana que no tendrían cabida en otro espacio, salvo en las noticias y charlas familiares: en sus más de mil 700 episodios, se han abordado desde temas comunes, hasta otros más polémicos.La socióloga de la UNAM, Regina Dorantes Díaz, quien dedica en sus cátedras tiempo para el análisis de este programa, explica que incluso “hay personas que logran identificarse al grado de imitar lo que ocurre en la televisión”.
La drogadicción, la violencia intrafamiliar, los abusos de poder, dudas respecto a la sexualidad y los feminicidios, son algunos de los problemas que, apenas ocurren en la vida diaria, son adaptados rápidamente para ser dramatizados en este programa de Televisa, producido desde un inicio por Miguel Ángel Herros.
“El país está lleno de violaciones, de asaltos... lo que ha hecho la serie es tomar un poco de la realidad y hacerlo ficticio, de tal forma que tenga la estructura que tiene hoy, lo que ha logrado la penetración que hemos tenido”, considera el productor.En esa línea, la socióloga Dorantes está de acuerdo: “Las personas están buscando cierta identidad y ahí es donde, quienes miran estos programas, se ven reflejados. Hay personas en entornos vulnerables que lo único que están buscando es cierta esperanza. La rosa de Guadalupe les da eso, una esperanza”.
Sumado a todo ello, hay un factor determinante en el éxito del programa unitario y es la presencia de la Virgen de Guadalupe: En México, cada año más, de 10 millones de fieles se trasladan a la Basílica para rendirle culto, al menos antes de la pandemia, según datos del Gobierno de la Ciudad de México.
“El guadalupanismo es una expresión de devoción muy particular del pueblo mexicano, es un culto que, sin embargo, con el paso de los años ha traspasado las fronteras y hoy por hoy es un culto universal”, comparte Hugo Valdemar, quien era Director de Comunicación Social de la Arquidiócesis de México cuando se creó La rosa de Guadalupe.
Esta mezcla de fe y cotidianeidad, asegura el experto en contenidos de televisión, Freddy Gudinni, ha llevado al programa a permanecer en el gusto de la gente.
“A los televidentes les gustan los milagros de la ‘Guadalupana’, la Virgen es muy popular. Agarraron a la estrella más famosa de la religión mexicana, la llevaron a la pantalla y ahí la tiene el rating”.
La idea original tuvo primero el visto bueno de la Iglesia Católica en México, reconoce el padre Valdemar.“El Señor Miguel Ángel Herros, muy gentilmente, pidió opinión al cardenal Norberto Rivera, y a su vez yo platiqué ampliamente con el guionista del mismo. Nos pareció una buena iniciativa y ofrecimos nuestra asesoría”.
Un meme de la realidad
La serie causa ambivalencia. En redes sociales, por ejemplo, es común ver memes y mofas; en TikTok, miles usan sus elementos en parodias. Como asegura Dorantes “a los mexicanos les gusta reírse de sus desgracias, incluso eres víctima de burlas si se enteran que viste el programa”.
En las últimas tres semanas, el programa ha ganado el rating de su barra con más de 2 millones de espectadores al día, de acuerdo con Nielsen IBOPE: “Seguirá reinando”, sentencia Gudinni, “si la quitan sería como quitarle el trono a la Virgen. Nos vamos a morir y va a seguir”.