La conexión brasileña entre Vinícius Junior y Rodrygo Goes, decidió un bello duelo en el caluroso estreno del Santiago Bernabéu, concediendo el liderato en solitario al Real Madrid tras superar 2-1 a un Betis sobrado de personalidad, que acusó la lesión de Fekir.
La puesta de largo del campeón en un Santiago Bernabéu que va adquiriendo su verdadera identidad, presentaba máxima exigencia. Los dos equipos que lo habían ganado todo, con una identidad definida. La que impulsó al Real Madrid a los títulos el pasado curso; el poso dejado por Pellegrini en un Real Betis con identidad propia en cualquier escenario. Quiso apropiarse del balón en su planteamiento inicial y encajó un doble directo inesperado.
Resalta la pegada que exhibe el equipo de Carlo Ancelotti en el inicio de campaña. Capaz de golpear en su primera oportunidad pese a no estar cómodo en el campo. Tan simple como la visión en el pase en largo de Alaba y la velocidad endiablada de Vinícius. Balón picado a la salida del portero. Definición de calidad para el gran referente en días de menor brillantez de Benzema.
En la misma acción que el Betis encajaba un golpe que no se veía venir, Fekir se marchaba del terreno de juego con cara de pocos amigos. Había pedido penalti de Carvajal minutos antes, derribado dentro del área madridista en una acción que le dañó a él y más a su equipo, que perdía a un jugador que marca la diferencia. Sin embargo se sobrepuso por la pasividad defensiva madridista. De un saque de banda, sin morder a Borja Iglesias en su control de espalda ni a Canales en su disparo cómodo que sorprendió a Courtois. Cuatro jornadas y cuatro goles.
En un partido atractivo, con dos equipos lanzados a por el triunfo, se presentó un intercambio de golpes de alta belleza. Habían pasado segundos del gol encajado, cuando el Real Madrid mostró su mentalidad.