En España hay 13 millones de mascotas registradas, según los últimos datos (de 2018). Pero, con una pandemia de por medio que disparó las adopciones, es probable que la cifra sea mucho más elevada. La Asociación Nacional de Fabricantes de Alimentos para Animales de Compañía habla de 29 millones en total. La mayoría de los animales domésticos, según ambas fuentes, son perros (muy por delante de los gatos), pero también hay numerosos peces, pájaros y reptiles. Algunos de los beneficios que aportan las mascotas a las personas, y en especial a los niños, son la mejora de las aptitudes de socialización o unas menores probabilidades de tener ansiedad, pero también existen riesgos: desde mordeduras hasta infecciones más o menos graves.
Un apoyo vital: menos ansiedad y más dotes sociales
“Beneficios hay muchos y si cada vez tenemos más mascotas es porque estamos muy a gusto con ellas”, declara Cristina García de Ribera, pediatra de atención primaria y miembro del Comité de Promoción de la Salud de la Asociación Española de Pediatría. Entre ellos, el hecho de que, si, como en el caso de los perros, debes sacarlas a pasear, “te mantienen muy activo”. Pero, además, “te dan mucha compañía, aumentan las endorfinas, que nos hacen sentir bienestar, y reducen el estrés. Algún estudio dice que en los niños que tienen dificultades con los padres, tener una mascota les puede ayudar a mejorar el apego”, explica.
Y también ayudan al desarrollo de los niños, tanto a nivel social como personal. Tener un contacto continuo con su mascota les aporta dotes de socialización, capacidad para querer, empatía y compasión hacia todas las especies, además de servirles de apoyo, aumentar su confianza e incluso su autoestima.
“La fidelidad que tiene un perro hace que el vínculo con el humano, en este caso con el niño, sea así. Además, los niños son muy demandantes de atención. Muchas veces, los seres humanos se acaban cansando de esa demanda de atención continua, pero el animal, el perro, sigue jugando con él, lo que crea un vínculo muy importante y conlleva beneficios para el niño”, explica Álvaro Olivares, profesor de Etología de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid.
Tanto a los niños como a los adolescentes y a los adultos, los animales de compañía pueden ayudarles a prevenir la ansiedad, la depresión y otros problemas de salud mental, aunque estos beneficios están poco estudiados en los más pequeños y algunos estudios reconocen que falta investigación. Sin embargo, como aclara el veterinario de la UCM, “cada vez más hospitales tienen unidades de terapias asistidas con animales, tanto con ancianos como adultos y niños con diversas patologías”. Y, según García de Ribera, “se ha visto que es muy bueno para los niños autistas y para los que tienen déficit de atención”.
Un empujón para ser más responsables
Tener una mascota “es algo muy educativo porque, como se tienen que encargar de su cuidado, alimentación, limpieza, etc., los niños aprenden a tener pequeñas responsabilidades”, explica García de Ribera. Y, además, aprenden a tener respeto por los seres vivos, conectan con la naturaleza y experimentan lecciones de vida, como los partos, las enfermedades o el duelo.
Vacunación y desparasitación, claves para evitar las zoonosis
Hay enfermedades que solo pueden transmitirse entre una misma especie y otras que pueden pasar de una a otra, como es el caso de las zoonosis, que las transfieren los animales a los humanos. Entre estas infecciones se encuentran, por ejemplo, la rabia y la salmonelosis. Según Álvaro Olivares, “hace muchísimo tiempo que no existe un número de casos importantes de rabia, aunque alguno haya habido en alguna zona de España”, y son precisamente las vacunas las que evitan su transmisión.
Junto a la vacunación, lo más importante para evitar los riesgos es la desparasitación: “Muchas veces no se desparasita bien o se hace de un modo insuficiente. Este es el problema que vemos en muchos parques. Si nos fijamos, el acceso de los perros a los parques de los niños está prohibido porque, si esos perros defecan en el parque y llega un niño y toca esa tierra con las heces del perro y los huevos de los parásitos que puede llevar, es cuando aparecen las típicas lombrices”, explica el profesor.
En cuanto a la salmonelosis, María González Garrido, pediatra del centro de salud de Mirasierra, en Madrid, explica que las “bacterias como las salmonelas se dan sobre todo en las aves y en los reptiles”, y añade: “Realmente hay todo tipo de infecciones, pero no son tan frecuentes. También depende de si es un animal que no sale de casa y no está en contacto con otros, como algunos gatos. Eso implica menos riesgos”.
Olivares plantea si es realmente peligroso que, por ejemplo, un niño dé un beso en el morro a su perro, y si así puede transmitirle alguna enfermedad. “La respuesta es: si el perro tiene todos los controles sanitarios oportunos, que son fundamentalmente desparasitación, vacunación y revisión veterinaria periódica, no existe ningún problema. Ninguno”. Aunque, según explica la pediatra, “la contaminación por la boca puede producir diarreas o cuadros de dolor abdominal”.
“Muchas veces, cuando hay fiebre o algún tipo de infección, yo pregunto si tienen mascotas, por si puede ser el origen, sobre todo si no es el tipo de infección corriente”, añade la doctora. Según un análisis de la autoridad gubernamental de Ontario, Canadá, “los niños son más vulnerables que los adultos en cuanto a infectarse a través de los animales debido a una falta de concienciación sobre el riesgo de transmisión, a unos hábitos de higiene lejos de los deseables, a una propensión a meterse los dedos en la boca y a su curiosidad natural y atracción hacia los animales”. También son más vulnerables a infecciones que desemboquen en enfermedades más graves porque su sistema inmunitario no está del todo desarrollado.
García de Ribera explica que, en ese sentido, hay que tomar mayores precauciones si se trata de niños inmunocomprometidos; más aún si la mascota es un reptil.
La higiene de las mascotas (aparte de la del niño) es fundamental
Álvaro Olivares explica que, si el dueño deja que el perro se mueva a su antojo “y vaya oliendo todas las cacas de otros perros, como hacen muchos, cuando llega a casa debe limpiarle bien el hocico, sus patitas, su boca y el culete. Hay que tomar las medidas oportunas”.
“Si los otros perros están desparasitados, no va a pillar nada, pero, si se mancha y no lo limpiamos, es igual de grave que si llevas al niño al parque y se pone a jugar con las cacas de otro perro. Es lo mismo. Es algo de sentido común que tu perro no vaya anárquicamente metiendo el hocico por todas partes”, insiste.
La pediatra de Ribera insiste en que debe explicarse a los niños que no deben dar besos en el hocico a los perros, “sobre todo si han estado hurgando por ahí”, y que deben lavarse bien las manos.
Cuidado con las mordeduras
También pueden producirse infecciones bacterianas por las mordeduras o por los lametazos, aparte de las propias consecuencias de un accidente de ese tipo. Según la Organización Mundial de la Salud, “los estudios sugieren que las mordeduras de perro provocan decenas de millones de lesiones cada año y los niños son el grupo de la población más afectado”.
Según recoge la revista Pediatría Atención Primaria, las mordeduras de perro suelen afectar a la cabeza y al cuello más que a las extremidades; algo que aumenta la peligrosidad, de acuerdo con la información de la OMS, aunque la publicación aclara que la tasa de hospitalización es muy baja.
“Evidenciamos una mayor incidencia de mordeduras en menores de seis años, asociando una mayor gravedad. La localización mayoritaria fue la región facial y existe una relación entre menor edad y dicha localización, probablemente por la baja estatura, el mayor tamaño craneal, la tendencia a jugar en el suelo y la actitud curiosa. La capacidad autodefensiva, la interpretación de las acciones de los perros por los niños y la forma de relacionarse con ellos juegan también un papel fundamental”, explica el estudio de la publicación. Aunque la mayoría de las lesiones no son graves, más de la mitad de los accidentes deja cicatrices permanentes, un 10% suele requerir sutura y entre un 1 y un 5%, hospitalización. Además, la mayoría de casos los causan las mascotas propias.
Para evitar los accidentes, la OMS advierte que no se deje a los niños solos en presencia de un perro. Si se habla de gatos, por el contrario, los pequeños no son los más afectados por sus mordeduras, sino las mujeres adultas.