Cuando parece que los astros se alinean para que México aproveche la oportunidad de atraer inversión gracias a las empresas que buscan acortar las cadenas de suministro, aparece una amenaza en el horizonte: la política energética del gobierno federal. El coronavirus expuso los riesgos de tener procesos de producción globales, por lo que las empresas comenzaron con el tema de la reubicación (nearshoring) para acercar las cadenas de valor a los mercados finales. Ahora con el conflicto entre Estados Unidos y China por Taiwán se abre una ventana de oportunidad más para que México aproveche la relocalización de empresas, particularmente en la fabricación de semiconductores, importantes para el sector automotriz y tecnológico.