Ya es menos la frecuencias con la que los clientes acuden a los establecimientos.
Las mesas vacías lucen muy parecidas en Birote y en La Esquina de los Milagros, aunque entre cada local hay 13 kilómetros de distancia y propuestas gastronómicas totalmente diferentes. Uno está ubicado en una colonia del Oriente de la Ciudad de México, y el otro, en el bullicioso y turístico barrio de Coyoacán, al sur de la capital, pero ambos son golpeados por la inflación, que no respeta código postal.
Clientes. Después de muchos domingos de haber desayunado cazuelas en La Esquina de los Milagros y haber tenido que esperar hasta media hora para tener una mesa, hace unas semanas, por primera vez, llegué y había más de una mesa disponible. Lo mismo pasó en Birote: la mesa larga que solía compartir con otros comensales la tuve toda para mí. Adriana Noriega, cofundadora de Birote, me dijo que es fácil notar el impacto de la ola inflacionaria cuando las familias que hace unos meses reían completas con niños y abuelos en las mesas de su cafetería cada tercer día ahora vienen una vez por quincena y sin los niños o sin los abuelos. En el otro polo de la caótica ciudad, Alejandro González, dueño de La Esquina de los Milagros, sabe que la crisis inflacionaria está pegando fuerte porque sus clientes castigan las propinas. Después de 25 años abriendo las puertas a sus comensales en ese rinconcito que frente a la fuente de Los Coyotes, González tiene claro que cuando los clientes dejan menos de 10% como en las propinas la señal es inequívoca: la gente no tiene dinero y si lo tiene, lo cuida más.
Las quesadillas, las enchiladas, el pozole y hasta las aguas de sabor están resintiendo el aumento de los precios. Las ventas de la pozolería Las Tías lo han registrado de manera clara: “Viene menos gente o tal vez vienen menos veces. El problema es que a todos nos está pegando”, dijo Ricarda Vargas, una integrante de la familia propietaria de este local ubicado en la colonia 20 de Noviembre, un barrio de obreros y comerciantes.
Afectación. Los negocios que preparan alimentos, los emplatan y los sirven en las mesas están siguiendo de cerca el aumento de los precios de productos fundamentales en la dieta de los mexicanos: Birote registró cómo la tortilla de maíz pasó de 14 pesos por kilo a inicios del año a superar los 20 pesos actualmente. La pozolería Las Tías, en donde “un pozole sin todos los ingredientes no es pozole”, anotaron cómo el costal de cebolla al por mayor lo compraban hace unos meses en 400 pesos y ahora lo pagan por 1,000 y 1,200 pesos. La cebolla, conocida por ser una verdura asequible y fuente inigualable de sabor, está entre los cinco productos que más se han encarecido en el 2022.