Quien no aguanta una mentada de madre y un escupitín, no es policía porque hay que sobrellevar a la gente, era la frase que alguna vez dijo el Teniente Sebastián Lara y que ahora lleva muy presente Marcelino Reyes Hernández, expolicía municipal de Monclova.
Pero no fue un elemento como cualquier otro. Su historia destacó entre la de sus compañeros porque fue volador de Papantla cuando tenía 15 años de edad, a los 18 cumplidos se enlistó en el Ejercito Mexicano donde permaneció 12 años, ahora tiene 64 años de edad y narra para Periódico El Tiempo de Monclova como fue su formación.
La adrenalina nos lleva hacer muchas cosas, pero ¿Cómo llegaste hacer volador de Papantla? “Yo nací en el estado de Puebla, pero me crie con mis padres en Veracruz. Tuve una infancia muy tranquila, como la de cualquier otro niño, pero la adrenalina apareció en mi vida apenas cumplí los 15 años de edad. En el municipio de Papantla ser “volador” es un honor, es un ritual a la valentía y a los Dioses. –No cualquiera tiene el valor de hacerlo-. El sueño de muchos seres humanos es “volar” es una fantasía que en Papantla puedes hacerla realidad y un día pedí la oportunidad de participar en esta tradición, peligrosa pero que te da el respeto y así fue como me convertí en un volador de Papantla”.
Después de volar por los aires, ¿Cómo ingrésate al Ejército Mexicano? “Un día llegaron al pueblo un grupo soldados para custodiar el evento donde los voladores de Papantla éramos el principal atractivo, recuerdo que era la década de los setentas. Cuando estaba en el aire los vi desfilar por las calles, me llamó la atención y me visualicé como ellos, después del evento llegué a mi casa era el verano de 1978, mi madre tenía un hermano que era Sargento Segundo de Infantería, se llamaba Francisco Reyes, para mi suerte mi tío llegó a vacacionar al pueblo y se hospedó en mi casa, mi madre ya sabía de mis intenciones de ingresar al Ejército Mexicano y le pidió a mi tío que me ayudara a entrar, así que días después me mando al 69 Batallón de Infantería de Saltillo, Coahuila donde me enliste y recibí el adiestramiento básico”.
De todo lo que viviste como saldado, ¿Algún hecho te dejó marcado o algún recuerdo que no puedas olvidar? “Entre los sucesos que más recuerdo como militar es que en una ocasión me mandaron a la fuerza de tarea CONDOR, grupo especial del ejército que se dedica a la destrucción de enervantes o de plantaciones de marihuana en la Sierra de Chihuahua, en ese grupo yo fungía como cabo de transmisiones ósea operaba el radio, en la sierra dure ocho meses; con una compañía de cien soldados y la mayoría de los días nos enfrentábamos contra narcos que encontrábamos regando plantaciones de amapola, afortunadamente salí vivo”.
Después de tantos años de servicio al Ejército Mexicano, ¿Cómo fue tu salida? “En el año de 1985 me enviaron al cuartel Hidalgo de Monclova, (lo que ahora es el Museo Coahuila y Texas). Pero una triste noticia cambió mi vida, el 25 de diciembre de 1990 me llamaron de Poza Rica, Veracruz y me informaron que mi madre estaba enferma, muy delicada y estaba preguntando por mí. Como era muy difícil conseguir un permiso, decidí prácticamente desertar al irme sin permiso por el amor a mi madre. Lamentablemente ella murió a los tres meses y decidí regresar a Monclova para tratar de reinstalarme, pero ya no” Al ya no poder entrar al ejército, ¿A qué te dedicaste? “Tiempo después me acomode como custodio en el antiguo Cereso ubicado sobre la carretera estatal 24 a la altura del Ejido el Oro, gracias a mis conocimientos fui el responsable de turno, (el famoso RT), ahí dure dos años”.
Después de ser custodio en el Cereso, ¿Cómo fue que ingresaste a las filas de la Policía Municipal? “El 23 de Marzo del 2001 me ofrecieron la plaza como Policía Municipal, pero inicie primero como escolta de los alcaldes Jorge Williamson, Pablo González, Mimí Martínez y el último fue Melchor Sánchez de la Fuente, para después pasar a las filas de la Policía Preventiva, donde aprendí a trabajar siempre a criterio y con humildad”.
Mientras serviste a Monclova en las filas de Seguridad Pública Municipal, ¿Qué fue lo más peligroso que viviste? “Para un policía hasta el reporte que menos pienses te pone en peligro, desde acudir a un caso de violencia familiar, ya que no sabes si el agresor, esta armado, en las riñas muchas veces te superan en número, pero fue mi último año cuando ya casi me pensionaba, estaba encargado de la caseta de Colinas de Santiago, ahí viví lo más peligro, un grupo de sicarios llegaron y sin bajarse de la camioneta sacaron sus armas y me apuntaron, yo ya no tenía la agilidad como cuando fui solado y solo me repegue a un muro para protegerme empuñando mi arma para responder cualquier agresión, afortunadamente se retiraron sin disparar”.