Su nombre significa 'placer' en turco, ya que muchos lo consideran una auténtica delicia.
Existen dos tipos de kéfir: el hecho con agua y el hecho con leche. Para ambos la forma de proceder es la misma, pues la magia está en la fermentación que producen los granos de kéfir en contacto con la leche o con el agua.
La gran cantidad de microorganismos que pueblan el kéfir lo convierten en un aliado perfecto para la flora bacteriana de nuestro organismo. Ayudar a repoblarla después de un tratamiento con antibióticos o reforzarla son dos ventajas de esta bebida.
¿Qué es?
Es una bebida fermentada rica en probióticos que contiene muchos compuestos bioactivos, entre ellos hasta 30 cepas de bacterias saludables. Sus compuestos y nutrientes, como la biotina y el folato, optimizan el sistema inmunológico y ayudan a las células, es decir, cuidan sobre todo la flora intestinal.
Beneficios y propiedades
La cepa probiótica de kéfir, llamada Lactobacillus kefiri, beneficia al organismo apoyar en contra bacterias dañinas como la salmonela y la E. Coli. En otro sentido, el polisacárido insoluble llamado kéfiran presente en esta bebida, ha mostrado en estudios científicos ser un potente antimicrobiano, al tener la capacidad de ayudar a combatir la candidiasis intestinal.
Además, su alto contenido en calcio ayuda a mantener la salud de nuestros huesos y a luchar contra la osteoporosis.