Ambos candidatos competirán en una nueva ronda de votaciones del Partido Conservador.
El Partido Conservador británico eligió este miércoles a Rishi Sunak y Liz Truss como finalistas en la elección para suceder a Boris Johnson como líder del partido y primer ministro de Reino Unido.
Los dos resultaron primero y segundo en la votación de los legisladores conservadores. La ministra de Comercio, Penny Mordaunt, resultó tercera y quedó eliminada.
En la contienda final se enfrentarán Sunak, exsecretario del Tesoro que dirigió la economía británica durante la pandemia, y Truss, que dirigió la respuesta británica a la invasión rusa de Ucrania como secretaria del Exterior.
Durante las próximas semanas, los dos harán campaña por los sufragios de los 180 mil afiliados del Partido Conservador, que votarán por correo o en línea. El voto es secreto. El 5 de setiembre se anunciará al ganador o la ganadora, quien automáticamente asumirá como primer ministro.
Quien gane sucederá a Johnson, quien renunció el 7 de julio tras meses de escándalos éticos, pero que continúa interinamente en el puesto hasta la elección del sucesor. La elección ocurrió el mismo día que el líder polarizador e impenitente comparece por última vez ante el Parlamento como primer ministro, enfrentando a opositores burlones y correligionarios hastiados en la sesión semanal de preguntas al primer ministro.
Luego el Parlamento pasará a receso estival el jueves mientras se desarrolla la campaña interna.
En la enconada campaña han salido a la luz las profundas divisiones en el Partido Conservador al cabo de tres años de reinado de Johnson, manchados por los escándalos. Los opositores de Sunak lo tildan de “socialista” por elevar los impuestos en respuesta al daño provocado a la economía por la pandemia de coronavirus y la guerra en Ucrania. Sunak ha respondido que sus rivales quieren vender “cuentos de hadas” económicos.
Los contendientes tratan de distanciarse de Johnson, cuyo período en funciones tuvo un comienzo a todo vapor en 2019 con la promesa de “consumar el Brexit” y una victoria electoral espectacular, pero con un final caído en desgracia.
Se aferró al puesto durante meses de escándalos por sus finanzas y sus errores de juicio y se negó a renunciar cuando la policía lo sancionó por las fiestas en oficinas de gobierno que violaron las normas de cuarentena. El escándalo final —cuando el nombramiento de un político acusado de abusos sexuales provocó la partida en masa de su gabinete— precipitó su renuncia.
Desde entonces, prácticamente ha desaparecido de la escena pública, en momentos en que Reino Unido enfrenta una crisis del costo de la vida con una inflación del 9.4% y el malestar de los trabajadores.