Celia Cruz sigue más viva que nunca y siempre será "La reina", "Su majestad, Celia Cruz"
CIUDAD DE MÉXICO.- Han pasado 19 años del deceso de la legendaria Celia Cruz, la "Guarachera de Cuba", y su legado sigue intacto: ninguna otra cantante ha logrado mínimamente lo que ella hizo en su carrera artística y este 16 de julio, la recordamos en su aniversario luctuoso.
De nombre Úrsula Hilaria Celia de la Caridad de la Santísima Trinidad Cruz Alfonso nació en la Habana, Cuba, el 21 de octubre de 1925. Desde muy pequeña supo que su voz la llevaría lejos y a temprana edad interpretaba sus primeras canciones en el patio de su casa para placer de familiares y vecinos que disfrutaban del enorme talento que tenía la hija de Cuba.
También muy joven comenzó a participar en programas de radio, cuando se estilaba que los nuevos talentos se presentaran a cantar en vivo en programas de concursos. Así surgieron las más grandes estrellas de mitad del siglo pasado y Celia, se convirtió en una de ellos.
Así llegó a las Mulatas de fuego, un grupo de bailarinas que amenizaba las mejores fiestas de la alta sociedad cubana y de la que Celia Cruz era la voz cantante. Con las Mulatas, Celia salió de su natal Cuba y visitó países como México y Venezuela.
Para 1950 le llegó la oportunidad de ingresar a la Sonora Matancera, la mayor agrupación cubana de ese entonces. Si bien en un inicio no fue bien recibida por los seguidores de la Sonora, porque sustituía a la cantante boricua Myrta Silva, pronto endulzó los oídos del público con su potente voz.
Con la Sonora Matancera grabó canciones que hoy todavía son éxitos: "Cao cao, maní picao", "Burundanga" y la legendaria "Tu voz". Diez años después y tras el triunfo de la Revolución Cubana, Celia salió de Cuba de gira artística y no volvió jamás, incluso cuando su madre murió, se le negó el permiso para ingresar a la isla a quien siempre cantó.
En México estuvo viviendo durante algunos años y se presentó en diversos espectáculos y programas de radio y televisión, pero pronto comprendió que si quería triunfar aún más debía mudarse a Estados Unidos y lo hizo. Siempre se ha hablado de la buena estrella que acompañó en vida a la cantante cubana, pues desde que pisó Nueva York tuvo la dicha de grabar con "El rey del timbal", Tito Puente, a quien siempre consideró su hermano.
Tras varios discos con éxito en ventas, comenzó a grabar con otras orquestas como la de Johnny Pacheco, Willie Colón, Pete "El Conde" Rodríguez y la Sonora Ponceña, entre otros. En el boom de la música afroantillana surgió un movimiento musical al que nombraron comercialmente como salsa, y en la década de los años setenta el sello musical FANIA logró que todos los músicos y cantantes se volvieran exitosos mundialmente.
Bajo el sello FANIA, Celia se convirtió en la única voz femenina que perteneció a las Estrellas de FANIA, y con ellos visitó América Latina, Europa e incluso África.
La década de los años noventa fue quizá la época menos talentosa, pero sí la más comercial de Celia Cruz. Ya en solitario grabó canciones que se volvieron himno para las nuevas generaciones como "La negra tiene tumbao" y "La vida es un carnaval" y también en esta época su imagen se volvió más colorida con aquellas grandes pelucas de colores que tanto le gustaba usar.
Los últimos años en la vida de Celia Cruz fueron especialmente difíciles, pues le detectaron cáncer en el cerebro y a falta de un buen tratamiento, su vida se fue apagando hasta que murió el 16 de julio de 2003 en su casa de New Jersey.
Celia nunca tuvo hijos propios, pero sí encontró el amor en un trompetista llamado Pedro Knight, como en la canción de "Ligia Elena" de Rubén Blades. A casi veinte años de su partida, Celia Cruz sigue más viva que nunca y siempre será "La reina", "Su majestad, Celia Cruz".