Se prohibió entonces el rock, pero no sólo en conciertos, también en bares y en la radio
Fue por el recién fallecido Luis Echeverría que las guitarras del rock en México guardaron un largo silencio en la década de las 70, luego de una iniciativa del expresidente tras el ahora legendario festival de Avándaro de 1971, calificado en la época como un “escándalo”.
El país venía de vivir el oscuro capítulo del “halconazo”, incluso poco años antes se había suscitado la matanza de Tlateloco en 1968, año en que Echeverría fungía como secretario de Gobernación. Las manifestaciones masivas de jóvenes fueron consideradas entonces como “peligrosas”.
Se prohibió entonces el rock, pero no sólo en conciertos, también en bares y en la radio. La rebeldía, la energía de la música y las drogas, eran muy mal vistas por el régimen priista.
El rock se refugió entonces en los llamados “hoyos fonkis”, lugares pésimamente acondicionados para escuchar música en vivo. Y pasó del gusto de las clases medias a las clases bajas y a la periferia de la gran ciudad de México, entonces Distrito Federal.
Represión a los jóvenes
La masacre del 2 de octubre de 1968 fue un suceso traumático para los estudiantes universitarios en la Ciudad de México.
Militares y hombres armados vestidos de civil dispararon en medio de una protesta estudiantil en la plaza de Tlatelolco, lo cual dejó cientos de muertos, heridos, desaparecidos y detenidos.
Los universitarios no dejaron morir su movimiento, pero pasaron más de dos años sin organizar una nueva marcha masiva contra el gobierno.
En esa fecha, un jueves de Corpus en el calendario católico -que luego daría nombre a lo ocurrido-, vieron la oportunidad de nuevamente salir a las calles y manifestarse a favor de la educación pública y el movimiento estudiantil de la época.
Un grupo paramilitar, llamado los "halcones" y organizado por el gobierno mexicano, paró la protesta en seco, igualmente con violencia.
A las agresiones con palos les siguió el uso de armas de fuego. Incluso los heridos fueron "rematados" en las salas de emergencias de los hospitales.
Desde entonces se conoció a lo ocurrido como el "halconazo" o la "masacre del "jueves de Corpus", un hecho que incluso una fiscalía especial calificó décadas después como "genocidio", pero por el que nadie fue condenado.
Recuerdos de Avándaro
El Festival de Avándaro aconteció hace 50 años, en el estado de México, tres meses después del Halconazo y unos años después de la matanza de Tlatelolco, por eso daba tanto temor que los jóvenes gritaran al unísono “tenemos el poder, tenemos el poder”.
Avándaro, que en tarasco significa “lugar del cielo” y en náhuatl “morada de los dioses”, a 1,800 metros sobre el nivel del mar, y de tradicional hospitalidad, se convirtió en sede una extraña reunión: la de miles de jóvenes que asistieron al primer festival de “Rock y Ruedas”.
El festival fue, para la gran mayoría, un pretexto para desenfrenar su afición por las drogas, pues el uso de la marihuana, por ejemplo, fue abierto, ya que era, en el pensamiento de miles y miles de “hippies” de todo el país, y aun del extanjero, parte de la diversión, y hacer el “viaje” o ponerse “macizos” era fundamental para estar en “comunión permanente con la Naturaleza".