Van Aert afirmó que, pese a los tres segundos puestos iniciales, nunca perdió la fe en que levantaría los brazos.
Calais (Francia),.- El belga Wout van Aert agitó los brazos como si quisiera levantar el vuelo al cruzar la meta en cabeza en la cuarta etapa del Tour de Francia vestido con el maillot amarillo y tras tres jornadas en las que se quedó a un puesto de la victoria.
"El maillot amarillo me da alas, he sentido que volaba en los últimos 10 kilómetros", aseguró el ciclista del Jumbo, que sumó su sexto triunfo en la ronda gala, el primero con el jersey de líder.
Fue una demostración de potencia que sorprendió a todo el pelotón, incluido a su equipo, que tenía la intención de arrancar tiempo en favor de sus dos jefes de filas, el esloveno Primoz Roglic y el danés Jonas Vingegaard.
Pero el primero no respondió a la aceleración inicial de Van Aert en el ascenso a la cota de Cap Blanc-Nez, de cuarta categoría, y el segundo no soportó el ritmo del belga y pronto se descolgó.
"No me esperaba estar solo en ese momento. Me parecía imposible poder llegar a la meta, pero cuando me han dicho que los jefes de filas estaban a salvo lo he dado todo", dijo Van Aert, que aseguró que estaba dispuesto a frenar si sus líderes hubieran estado en peligro.
Van Aert afirmó que, pese a los tres segundos puestos iniciales, nunca perdió la fe en que levantaría los brazos.
"Normalmente se dice que a la tercera va la vencida, pero yo he tenido que esperar a la cuarta. Pero dentro del equipo yo era el que más paciencia y fe tenía, sabía que llegaría este momento", señaló.
"Esta victoria es algo increíble. Tenía solo 20 segundos y eso no es nada contra todo un pelotón. Pero me he lanzado. Ya estoy harto de correr riesgos en los 'sprint', es mejor ganar así, en solitario", dijo el belga, que ha firmado triunfos en terrenos muy diferentes en el Tour.
"Esta era una etapa que teníamos en el punto de mira desde hace tiempo, sabíamos que era exigente. El plan era intentar algo en la general si había viento, para Jonas o Primoz", declaró.
Por eso aceleraron en el último puerto, pero el plan inicial se convirtió en otro, ya que sus líderes no siguieron su rueda y la reacción atrás convirtió en pólvora mojada el intento de desestabilizar la carrera.
Van Aert tenía vía libre para buscar la victoria y afianzar un liderato que él mismo considera provisional, pero también el del maillot de la regularidad, que aspira llevar hasta París.
Pero, ante todo, el belga sabe que se debe al equipo y que en el Jumbo, una de las formaciones con más presupuesto del pelotón, la meta está en que uno de sus hombres llegue de amarillo a París, tras haber logrado el segundo puesto en las dos últimas ediciones.
Eso pasa por desestabilizar al esloveno Tadej Pogacar y la etapa de este miércoles, con once tramos adoquinados, puede ser una primera oportunidad para intentarlo.
"Es difícil de prever como se desarrollará la etapa. Lo más importante es que Jonas y Primoz no corran peligro. Para nosotros es una oportunidad de conseguir algo, para mi y para los que luchan por la general. La mitad del equipo somos corredores de clásicas habituados a los 'pavés'. Estoy encantado de que haya este tipo de etapas", aseguró.