Unió a una pareja de Guatemaltecos.
A pie, desde una carretera, los migrantes comparten detalles sobre sus vidas y las dificultades que han sufrido para llegar a México, así fue como empezó la historia de amor de una pareja de Guatemaltecos que se conocieron en medio de la caravana.
Jonathan y Carolina platicaron que decidieron salir de su país debido a la enorme corrupción, la inseguridad, la violencia y la pobreza, pero ambos coincidieron que algo bueno que les paso al migrar fue conocerse.
“En Guatemala nos unimos a la caravana, yo conocía a varias personas, pero no a Carolina y de pronto empezamos a platicar y caminar juntos, eso me hacía más placentero el trayecto y después de seis meses decidí pedirle que fuera mi novia” dijo Jonathan.
Agrego que fue lo mejor que le paso mientras migraba junto a los miles de indocumentados.
Separados. Para ellos todo era amor y juntos planeaban vivir el tan anhelado “sueño americano”, pero fue al ingresar a México, donde la caravana de miles de migrantes empezó a fragmentarse y algunas autoridades, con promesas de ayudarlos, les ofrecieron trasporte.
Sin imaginarse que serían separados, Jonathan y Carolina abordaron cada uno un autobús, pero tenían destino diferente.
“El autobús que yo aborde, nos dejó en los límites de Nuevo Loen y Coahuila, al bajar lo primero que hice fue buscar al amor de mi vida y no la mire por ningún lado, la caravana empezó a avanzar y yo quería solo esperar a Carolina, pero nunca llego, al darme cuenta que me estaba quedando solo en medio de la carretera decidí alcanzar la caravana” platico Jonathan.
Reencuentro. Con el agotamiento del trayecto, deshidratados y con hambre, la caravana llego a la intercesión de la “Y” del municipio de Castaños, donde decidieron descansar bajo la sombra de un puente vehicular.
Abstraído en una enorme nostalgia, pero con esperanza, Jonathan hacía fila para recibir una botella de agua y un plato de comida, cuando observo a lo lejos que una camioneta se acercó y bajo a un grupo de migrantes, olvidándose del hambre y la sed corrió con tanto anhelo de ver a Carolina y lo logro, fue ahí donde no aguanto más y llorando salto sobre ella para abrazarla y darle gracias a Dios.
Como se dice, para el amor no hay edades y con esto, ahora se sabe que tampoco sitio para poder empezar a compartir la vida con alguien, los desafíos que viven hoy, aseguran, se convertirán en los mejores recuerdos, porque ahí fue en medio de todo eso, donde se conocieron.