Bojórquez inició su andar en el desaparecido Parque del Seguro Social, ahí celebró su primer campeonato.
CIUDAD DE MÉXICO.- Diez años atrás, Víctor Bojórquez pisó por última vez un diamante en busca de dar un batazo clave para llevar a la victoria a los Diablos Rojos, o atinar al guante de un compañero desde el jardín izquierdo para apagar el estallido ofensivo del rival. Extraña todo, seguro por eso no ha abandonado a la pelota ni a la pandilla escarlata.
"Casi 30 años en la organización, una gran historia en los Diablos Rojos", presume a quien la historia bautizó como "El Flamingo", estrella contemporánea en una historia poblada de héroes.
Mote que lo marcó desde una noche en la que los pingos disputaban el juego 7 en Saltillo con la mira puesta en la final de la Liga Mexicana, ya los esperaban los Tigres.
"Yo era un jugador super delgado. En el hotel había unos flamingos y uno de mis compañeros tomó uno para hacerme una broma", recuerda en entrevista con EL UNIVERSAL Deportes.
Lo clavaron al lado del dugout con el número 40, el que él portaba. "Ganamos ese juego, yo saqué el out 27 con un tiro a tercera base, después vencimos en la final a Tigres, así nació el mote del ‘Flamingo’ y le agradezco a mis compañeros porque la gente me conoció más de esa forma".
Su mirada brilla con el recuerdo, tanto como cuando entró por primera vez al nuevo museo de los Diablos Rojos y vio ahí la figura del famoso flamingo, como parte de los tesoros escarlatas. "Estuve a punto de llorar porque recuerdas esos momentos tan bonitos que viviste como jugador y que sigues viviendo ahora como instructor. Ver todas esas fotos y videos te emocionan, ya son 28 años, la vida es un flashazo y hay que vivirla y disfrutarla".
De corazón rojo
Bojórquez inició su andar en el desaparecido Parque del Seguro Social, ahí celebró su primer campeonato. Después se consagró en el Foro Sol, para encarar su madurez en el Fray Nano, desde otra trinchera, como coach y manager.
"El retiro pesa", acepta. "En 2010 empecé a trabajar con los jóvenes durante el invierno, ahí me di cuenta de muchas cosas que pasaban con ellos, me gustó tanto que dos años después decidí retirarme".
Instruir a los novatos no es cosa de juego, es difícil, no cualquiera lo hace, "pudiste ser el mejor beisbolista, pero eso no te garantiza ser buen instructor, me ayudó mucho escuchar a los muchachos, así aprendí a cómo tratarlos, que me vieran como a un amigo".
Es curioso, pero reconoce que ahora vive con más intensidad el beisbol, "porque cuando jugaba me preocupaba solo por lo que me correspondía. Ahora tienes que estar en todo, hasta de psicólogo debes hacerla. La presión del juego es más, ahora no se te puede pasar nada, estar a un lado del manager, darle un consejo, es mucho más trabajo".
"El beisbol te va diciendo qué hacer", confía en una frase que encierra toda la magia del llamado "Rey de los deportes". Así encara su rol de coach al lado de Juan Gabriel Castro, actual estratega de los Diablos Rojos. "Batallamos para encontrar el equilibrio entre bateo y pitcheo, pero los ajustes se hicieron y comentamos con los muchachos que era mejor que nos pasara en el inicio y no al final de la temporada. El equipo no deja de luchar y va a estar peleando hasta el final", sentencia.
Ya en la segunda parte de la temporada, los pingos luchan por la cima de la Zona Sur ante Pericos de Puebla y Olmecas de Tabasco.