El coreano mostró su mejor nivel de tenis, le sacó un parcial a Djokovic, pero no fue suficiente.
Casi dos horas y media de partido es lo que ha invertido Novak Djokovic en primera ronda de Wimbledon, el clásico ejercicio de adaptación que siempre busca el serbio cuando aterriza en este torneo. Sin disputar ningún torneo previo sobre hierba, el de Belgrado solo se mostró vulnerable en la segunda manga, cuando un nivel superior de su rival le obligó a apretar los dientes y reaccionar antes de que fuera demasiado tarde (6-3, 3-6, 6-3, 6-4). Lo consiguió, obviamente, para quitarse de en medio ese primer partido tan incendiario.
Grand Slam. Primera ronda. Un rival fuera del top50. No importa cuántas veces hayamos leído este guión, siempre hay cierto peligro de que el protagonismo pase un mal rato. Hay veces que no, ocasiones donde se cumplen los pronósticos desde la primera hasta la última línea, pero luego hay otras donde salta la sorpresa. Pasó en cierto modo este lunes en el duelo entre Novak Djokovic y Soonwoo Kwon, donde el coreano saltó muy bravo a la Pista Central con ganas de dar la campanada del torneo. Se le veía rápido, cómodo sobre la hierba, con armas para dar guerra ante el Nº1, pero el 'factor experiencia' iba a pesar demasiado en los últimos metros. Justo cuando se colocó 3-1 arriba, ahí fue donde el serbio recuperó las riendas para no volver a perder un juego en todo el parcial. Reacción de campeón, la que todos esperábamos, aunque por delante quedaba mucho camino por recorrer.
Pese al golpe de autoridad, Kwon no cambió su actitud ante el juego, apostando por un tenis dinámico, de mucha anticipación, buscando constantemente colocarse con su golpe de derecha para dominar. Así fue como la escena volvió a repetirse, 3-1 arriba para el coreano, pero esta vez demostró haber aprendido algo de lo sucedido hace unos minutos. No le tembló el pulso a un hombre que jamás ha superado la tercera ronda en Grand Slam, pero eso nada influye cuando estás ante el que puede ser la mejor victoria de tu carrera. Enfrente asomaba el seis veces campeón del torneo, pero su falta de chispa le empujó a perder su primer set en la edición. Muchos evocaron la primera ronda del año pasado ante Jack Draper, donde el balcánico también dejó escapar una manga para después terminar arrasando en cada una de las rondas. Claro, que también había otros que se fueron corriendo a buscar cuándo había sido la última vez que Novak había perdido en primera ronda de Grand Slam, un desastre que no vemos desde el Open de Australia 2006. Sin ser catastrofistas, era evidente que no estaba siendo el mejor partido del serbio, pero en su caso, lleva toda una vida demostrándonos que ese factor no es imprescindible para ganar. Con esa calma afrontó el tercer parcial, agarrándose a la solidez que le caracteriza y esperando los juegos calientes para demostrar quién es el que manda. No daría el paso hasta el 4-3, sacando a pasear ese perfil dominante que le volvía a colocar con el viento a favor.
Caminando hasta la meta. Los dos primeros juegos del cuarto set fueron divertidos, tuvieron incluso opciones de ruptura, pero fue un pequeño espejismo de lo que venía por delante. Con dos horas de reloj, Djokovic entendió que su primer partido del torneo ya había alcanzado el tiempo adecuado sobre la pista, era momento de acelerar y empezar a pensar en el día de descanso y su segunda ronda.
La locomotora de Belgrado empezó a tirar humo y ya no hubo nada que pudiera con su fuerza, la primera victoria de las siete que necesita ya era una realidad. Kwon hizo el partido de su vida, sí, pero no consiguió mantener ese nivel de top20 durante todo el encuentro. Esa es la cima que hay que pisar si quieren sacar del camino al campeón, que pase el siguiente.