La noche finaliza con las científicas tomando el escenario, para subrayar que el mundo necesita más y mejor ciencia y las mujeres nunca podrán estar de lado en esta ecuación.
PARÍS, Francia.- La noche es cálida. El edificio de la UNESCO en París es testigo de un desfile de mujeres que hacen más visible el poder que tiene la ciencia en el mundo. Hay sonrisas, miradas de complicidad e ideas que hacen eco a través de las palabras. No están acostumbradas a los vestidos de gala, pero algunas se divierten con los brillos inesperados de los atuendos que por esta ocasión han sustituido a las batas de sus laboratorios, los espacios creativos donde se dedican a buscar soluciones a través de la ciencia para un mundo cada vez más complejo.
Poco a poco se van incorporando al interior de la sala principal del edificio modernista de los 50, fruto de tres arquitectos: el francés Bernard Zehrfuss, el americano Marcel Breuer y el italiano Pier Luigi Nervi. Hay encajes, sacos, saris, kimonos, corbatas, perfumes, abrazos de amigos, guiños de las familias, acentos diversos, idiomas diferentes, pero similares objetivos. Esta noche se premia a científicas de gran trayectoria, científicas laureadas que han sido reconocidas por la Fundación L'Oreal-UNESCO por sus aportaciones en diferentes campos de la ciencia.
El compromiso de esta organización se ha extendido por 24 años, durante los cuales se ha encargado de visibilizar el talento de mujeres, luchando por una mayor igualdad e inspirando a nuevas generaciones. La fiesta de esta edición no sólo integra a las cinco ganadoras de este año, sino a 15 talentos internacionales que recibieron el premio en las dos ediciones anteriores, pero que no pudieron recibirlo por la pandemia.
Las luces se apagan y una enorme pantalla se enciende con un mapa donde brillan cientos de luces en representación de la enorme cantidad de mujeres que se abren camino en el mundo a través de la ciencia. La maestra de ceremonias es una periodista francesa llamada Marie Drucker, quien sin grandes preámbulos da la palabra a los discursos de apertura a cargo de Audrey Azoulay, directora General de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), y de Jean-Paul Agon, presidente de la Fundación L'Oreal. La coyuntura de estas organizaciones ha logrado a lo largo de 24 años hacer más visible el talento femenino con el apoyo a 122 laureadas y más de 3 mil 800 jóvenes científicas.
Las palabras de los jurados para estas ediciones, Artur Avila y Brigitte Kieffer, empata en muchos puntos, como la celebración de la diversidad de formaciones y proyectos, pero tras un mismo objetivo: el compromiso de brindar soluciones para un mundo mejor, acelerar la igualdad de género e inspirar a nuevas generaciones para generar respuestas haciendo equipo. Los presentadores dejan claro lo que todos sabemos, que la desigualdad decrece lentamente, pero las colaboraciones son parte de los cambios fundamentales para transformar la vida en términos de igualdad.
Ellas no son números y estadísticas y ahora se preparan para tomar el escenario. En el primer bloque se agrupan a las lauredas que han trabajado en decodificar desde diferentes trincheras el comportamiento de las células. La primera en recibir el premio es la doctora Edith Heard, premiada por sus descubrimientos en los procesos epigenéticos que permiten a los mamíferos regular la expresión génica, la cual es esencial para la vida. Ella explica que su más grande premio es precisamente el trabajo con la gente que ha entrenado y con la que ha colaborado, la esencia final de lo que es un científico.
El segundo bloque concentra los trabajos de avances tecnológicos para un mejor futuro, donde se encuentra el trabajo de la química Kyoko Nozaki, la astrofísica Francoise Combes y la mexicana Esperanza Martínez Romero, quien luce feliz por recibir el galardón. Sostiene con sus manos la gran medalla dorada y dice con modestia que los galardones sólo sirven para trabajar más duro. De esta misma forma, lo ha hecho también durante cuatro décadas Katalin Karikó, la científica cuyos trabajos sobre el ADN mensajero sentaron la base para una nueva generación de vacunas contra el Covid-19 y que después de muchos años de luchar contra corriente se ha convertido en una de las científicas más destacadas de todos los tiempos. El premio a Karikó es por temas de salud pública. En esta categoría también están, entre otras, la española María Guzmán y Agnes Binagwaho, especialista de Rwanda.
La noche finaliza con las científicas tomando el escenario en un ambiente de camaradería para subrayar que el mundo necesita más y mejor ciencia y las mujeres nunca podrán estar de lado en esta ecuación.