"El talento no es tan importante como el esfuerzo", dice Udoka.
Año 2006. Un joven Ime Udoka lava las medias y las remeras de un grupo de jóvenes de I-5 Elite en la Amateur Athletic Union (AAU). Mientras la lavadora gira, Udoka piensa acerca del partido que su equipo, los Portland Trail Blazers, acaban de ganar en la NBA. Y le resta importancia.
Udoka juega en el mejor básquetbol del mundo y al mismo tiempo es entrenador de un grupo de chicos en su tiempo libre. Jayson Tatum, mientras esto ocurre, asiste a la escuela primaria en Misuri. Jaylen Brown camina siendo un niño de diez años las calles de Marietta, Marcus Smart lidia en su preadolescencia con su personalidad controvertida en los callejones de Flower Mound, y Al Horford transita los bellos años universitarios en Florida.
Ninguno de ellos sabe que sus caminos se cruzarán años más tarde en la ruta común hacia El Dorado.
"El talento no es tan importante como el esfuerzo", dice Udoka ahora a sus jóvenes dirigidos en AAU. Y él lo sabe muy bien. Descendiente de nigerianos, Ime creció en Portland State como prospecto y conoció la cara más difícil del deporte: dos lesiones de rodilla, la primera antes del Draft, que lo marginaron de sus primeros años de competencia.