Existe la inconformidad por parte de otras familias que también cuentan con personas desaparecidas, pero que no han tenido este impacto mediático.
El pasado sábado 9 de abril se dio a conocer una desaparición más en el estado de Nuevo León: esta vez de una jovencita de 18 años de nombre Debanhi Susana Escobar Bazaldua, quien acudió con dos amigas a una quinta en la colonia Nueva Castilla en el municipio de Escobedo el viernes 8 y quienes presumiblemente se retiraron del lugar con rumbo a sus respectivos domicilios dejándola sola en el inmueble por supuestas diferencias. Según versiones de ellas mismas, pidieron el servicio de taxi de alguien de confianza para que pasara por ella al lugar, quien más tarde les enviaría la que sería la última foto de Debanhi desde su desaparición; hasta la fecha, 12 días después, no se sabe nada concreto de su paradero. El caso rápidamente se volvió viral gracias a la oportuna búsqueda que comenzaron sus padres y pocas horas después el país entero sabía de la desaparición de la joven, sin embargo, no fue suficiente para localizarla, aunque sí agilizó la intervención de las autoridades, las cuales como en todo el sistema judicial de nuestro país no actúan de inmediato aun teniendo pruebas que para algunos nos parecerían suficientes.
Lo anterior desemboca en un par de vertientes: por un lado, existe la inconformidad por parte de otras familias que también cuentan con personas desaparecidas, pero que no han tenido este impacto mediático que claramente ayuda a que la ciudadanía tenga en la mente las facciones y complexión de la persona buscada, haciendo en teoría más fácil su localización. Por otro, la alerta que causan este tipo de casos y el incremento de los mismos en la entidad; tan solo unos días antes, el 3 de abril, María Fernanda Contreras Ruiz, de 27 años, fue reportada como desaparecida en la colonia La Alhambra, para luego ser hallada sin vida con graves contusiones en la cabeza dentro de una vivienda el día 7 del presente mes. Pero aquí no acaba lo alarmante de la situación, ya que según el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (RNPDNO) entre el 1 de enero y el 14 de abril de este año han desaparecido 748 mujeres en el país, es decir, un promedio de 7 al día. En lo local, el estado norteño cuenta con 199 personas desaparecidas en el mismo rango de fechas, de las cuales 62 son mujeres y se posiciona dentro de las primeras cuatro entidades con mayor incidencia en desapariciones tan sólo por detrás del Estado de México, Tamaulipas y Jalisco.
Con esta cifra difícil es dejar de estremecerse como padre de familia, pensando que en cualquier momento nuestras hijas pudieran ser las víctimas que hoy vemos detrás de nuestras pantallas de celular. Sin duda urgen mecanismos de acción inmediata por parte de las autoridades que establezcan protocolos oportunos para maximizar las oportunidades de encontrar viva a la persona reportada como desaparecida, en vez de dar por hecho desde la misma fiscalía que se fue de la casa por problemas familiares o peor aún, que seguramente “se ha de haber escapado con el novio y en unos días aparece”. ¿No cree?
Reforma Eléctrica
El domingo pasado el Congreso rechazó la reforma energética del presidente Andrés Manuel López Obrador, la cual era una de las cartas más fuertes de todo su sexenio y terminó derrumbándose por una oposición organizada, lo cual me parece no se había visto anteriormente en el país y marca un alto a las decisiones autoritarias y unilaterales del jefe del ejecutivo. Pero lejos de definir si es correcta o no la decisión, lo interesante del asunto es que cada legislador que votó por la no aprobación, ahora es a ojos de AMLO un traidor de la patria, tan sólo porque no estuvo de acuerdo con él y su revolucionaria reforma. ¿Será?