Filtros de belleza, ¿te hacen amar u odiar tu rostro?

Los filtros de belleza se han vuelto tan poderosamente omnipresentes en las redes sociales.

Filtros de belleza pueden distorsionar la realidad, pues está el yo verdadero y luego está el yo sexy imaginario.

La futura sexy existiera solo yo si cumpliera mis expectativas sobre mi propia apariencia: cómo creo que me vería si tuviera más dinero, los médicos adecuados, si pudiera dormir mejor, si hiciera las cosas que siempre me castigo por no hacer: encontrar un buen dermatólogo o levantarme más temprano para maquillarme. Me gusta la idea de que la atracción es una cuestión de prioridades diferentes.

Creo que mucha gente tiene esta identidad dividida. La futura sexy eres tú en tu mejor día, pero un poco más brillante, un poco más afilada. Tú, con el pelo más abundante y los dientes más blancos y con menos predisposición genética al trastorno depresivo mayor y a la intolerancia a la lactosa. Tú, mejorada.
¿Qué significa? Todo es un espejismo. No existe en ninguna parte, excepto en el instrumento de auto-tortura consumado que es tu propia mente. Los filtros de belleza se han vuelto tan poderosamente omnipresentes en las redes sociales porque hacen que nuestra imagen sexy sea real, temporalmente. Proporcionan la ilusión de que con un ligero cambio -una mejor aplicación del maquillaje o unas pestañas ligeramente más largas. Es una genialidad utilizar la palabra filtro, que significa "dispositivo poroso para eliminar impurezas", para describir un programa de realidad aumentada que distorsiona una imagen visual. El tú que revelan la mayoría de los filtros no se puede conseguir con unas cuantas visitas a un salón de belleza; solo se puede lograr con cirugía plástica. De hecho, un artículo publicado en 2018 en el Journal of American Medicine relacionó el uso de filtros en Snapchat, Instagram y VSCO con una mayor consideración de la cirugía plástica. Investigadores señalaron que hay casos de pacientes que piden a los cirujanos plásticos que los hagan parecer bajo un filtro.
La denuncia. La mayoría de la gente no necesitaba que los científicos les ayudaran a sumar dos y dos. Ha surgido un movimiento que denuncia los filtros de belleza: "¡Esto es una locura! Esto no es lo que parezco!", dice la influencer de comida Taylor Squeglia en un Reel viral de Instagram, en el que utiliza un popular filtro llamado Shiny Fox. El filtro alisa su piel, ensancha sus labios, distorsiona la forma de su nariz, cambia el ángulo de sus ojos, eleva sus pómulos, estrecha su barbilla, suaviza su pelo y alarga sus pestañas. "Los filtros de belleza son el tema que está detrás de tanta ansiedad y autoduda", subtitula su post. 

Los vídeos de "Esta no es mi cara" se cuentan por miles y a menudo se hacen virales. Hay una incómoda ironía en ellos: La viralidad de estos vídeos puede atribuirse a la crítica bien planteada y al impacto visual del filtro. Pero es innegable que los espectadores también se sienten atraídos por la imagen irreal y encantadora de una mujer cuyos rasgos se han hecho parecer "perfectos" según un programa informático.

 

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