Los merengues forzaron el alargue cuando todo parecía perdido y Benzema les dio el pase.
Con una nueva dosis de sufrimiento, tras tirar por tierra su ventaja de dos tantos de Londres en una noche aciaga y a la heroica cuando de nuevo lo vio todo perdido, el Real Madrid firmó su clasificación para las semifinales de Champions League en la prórroga, con un tanto, como no, de Karim Benzema.
Diez semifinales en las doce últimas ediciones de la Champions League son la demostración de un poderío incontestable, un gen que aparece en esos momentos claves que deciden duelos de grandeza. Una capacidad de levantarse única cuando todo parece perdido.
Nadie le podrá discutir el mérito al Real Madrid de su camino, como tampoco el sufrimiento extremo. De una noche mágica para bajar a la tierra al PSG, a una repleta de incertidumbre de un equipo que jugó sin defensa y eliminó al vigente campeón.
Estudio. Tanta advertencia de sufrimiento, provocó que los jugadores saltasen atenazados al campo. Sin balón, con un repliegue excesivo. Obligado por el empuje de un Chelsea, al que sólo le quedaba la baza de arriesgar, a jugar a lo que no sabe un Real Madrid atemorizado.
El batacazo del clásico dejó lecciones que parecían aprendidas. No le faltó intensidad al equipo de Carlo Ancelotti. No hubo excesos de confianza pero sí nerviosismo e impotencia desde que un error posicional defensivo que le daba al Chelsea lo que necesitaba. Un gol en el primer cuarto de hora.
Apenas había mostrado sus bazas el Real Madrid en alguna carrera de Vinícius ante la invitación del rival a correr en el contragolpe. La defensa de tres de Tuchel era una declaración de intenciones y la baza la comenzó a ganar desde una clara superioridad en el centro del campo. Ningún medio madridista de los cuatro en la apuesta táctica repetida de ‘Carletto' pudo pisar el balón y respirar. Superados en todo momento.
Goles. Y la precipitación es mal invitado en un partido grande. La tuvieron Alaba y Nacho, su pareja de baile ante la ausencia de Militao. Los dos salieron al movimiento del punta, dejando un espacio por donde apareció Mason Mount y llegó tarde Carvajal.
Su disparo certero silenció el Bernabéu.El ambiente no era el del PSG. Los dos goles de ventaja de Londres restaron ese factor emocional que enciende al madridismo. Su equipo reaccionó al dominio abrumador de Kylian Mbappé y debía de hacerlo ante la superioridad táctica de un Chelsea que ya no volvió a inquietar a Courtois en el primer acto, apenas dos disparos de Kovacic, pero que dejó un buen aviso de lo que vendría.
No disparó a puerta el Real Madrid en toda la primera mitad y su ventaja de la ida desapareció en 51 minutos. Otro descuido ante un jugador al que nunca debes dejar libre en una acción a balón parado. De un córner que no era, Rüdiger remató de cabeza a placer para instalar el miedo en un Bernabéu tan apagado como su equipo.
La ventaja se había esfumado. El plan debía cambiar. Era el momento de mostrar carácter.