Para que los niños y las niñas tengan un desarrollo sano e intelectual, se realiza una planeación de acciones intersecretariales, a fin de reducir la incidencia del trabajo infantil.
Teresa Araiza Llaguno, titular del Sistema de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes (SIPINNA), dijo que si bien los menores sólo acompañan en muchos casos a los padres, están expuestos por varias horas a la inclemencia del tiempo.
Peligro. Y es que en grandes avenidas, las de mayor afluencia, ya es costumbre verlos ayudando a sus padres para vender diversos productos o bebés que son cargados durante toda esa jornada.
“Es un problema que nosotros vimos y se abordó en esta reunión, la idea es que no se les arriesgue”, dijo.
Comentó que se planean directrices para que no los lleven a la calle y que estas actividades tampoco interfieran en su educación.
Consecuencias. Explicó que se ha demostrado que los niños y niñas son más sensibles a los factores externos como el sol, la contaminación y la alta exposición al ruido de los automóviles.
“Hay mil razones del por qué los menores no deben de trabajar y estas reuniones analizamos políticas públicas para evitarlo”, señaló.
Algunas de estas son, el trabajo interfiere con el derecho a la educación de niñas y niños, ya que puede derivar en el abandono escolar.
Puede deteriorar la salud de los niños, pues corren el riesgo de no recibir una alimentación adecuada, o sufrir accidentes.
Las largas jornadas laborales limitan el tiempo que tienen para descansar y divertirse.
El trabajo infantil provoca que los niños dejen de recibir afecto, atención y cuidados apropiados.
Afecta el desarrollo psicosocial de los niños, ya que pueden sufrir altos niveles de estrés, agotamiento mental y depresión. El derecho a la protección contra el trabajo infantil dice lo siguiente: El niño debe ser protegido contra toda forma de abandono, crueldad y explotación. No será objeto de ningún tipo de trata y en ningún caso se le pedirá que labore.