Cuando Tom Brady anunció el fin de su efímero retiro, que tuvo una duración exacta de 40 días, las redes sociales estallaron con diferentes reacciones, desde júbilo y felicidad por parte de los seguidores de los Tampa Bay Buccaneers y del propio quarterback, hasta otras cuestionando si era necesario que el ganador de siete títulos del Super Bowl expusiera su cada vez más frágil cuerpo a un deporte tan físico y vertiginoso como el futbol americano.
Y dentro de ese rango de reacciones hay una muy particular, suponemos, porque horas antes del inesperado anuncio de Brady diciendo que regresaría para una temporada 23 en la NFL, una persona pagó alrededor de unos 500 mil dólares estadounidenses en una subasta por el balón con el que el pasador había lanzado el "último" envío a las diagonales de su carrera. Una persona no identificada gastó 518,628 dólares por el balón que viajó 55 yardas hacia las manos del receptor Mike Evans en la derrota de los Buccaneers ante Los Angeles Rams en la ronda divisional de los playoffs de la Conferencia Nacional el pasado 23 de enero. Un total de 23 pujas u ofertas se llevaron a cabo, con la subasta empezando en los 100 mil dólares. Antes de que el balón se pusiera a la venta, un experto estimó que el ovoide podría llegar a venderse en hasta un millón de dólares.