Cuando me dirijo a mis superiores o incluso entre pares, pese a los lazos personales existentes, siempre lo hago con cordialidad, buscando estructurar las palabras adecuadas, sin caer en un discurso preparado, pero cuya línea sea la cortesía.
Entablar tal diálogo me ha valido que en ocasiones me pidan no ser tan pulcro o ceremonioso en el lenguaje; sin embargo, mi respuesta común es siempre que solo deseo ser correcto.
Dicho esto, me refiero ahora a la polémica de la semana del presidente Andrés Manuel López Obrador, abierta esta ocasión con el Parlamento Europeo.
El fin de semana pasado, el Gobierno de México respondió de manera airada a la condena de este ente a los recientes asesinatos de periodistas, criticando también a los diputados de la Unión Europea, mediante un comunicado, por la decisión de algunos países de enviar armas a Ucrania y llamando a los miembros del Parlamento unos “borregos”.
“Es lamentable que se sumen como borregos a la estrategia reaccionaria y golpista del grupo corrupto que se opone a la Cuarta Transformación”, señala el comunicado que el propio AMLO aseguró que redactó.
Tal texto provocó el desconcierto de propios y extraños, pues incluso legisladores conocidos por sus posicionamientos extravagantes, como Gerardo Fernández Noroña, expresaron su inquietud ante las palabras usadas.
A la par, Amnistía Internacional, junto con una veintena de organizaciones civiles, lamentó la respuesta que el Gobierno mexicano dio a la resolución del Parlamento Europeo.
"Lamentamos la respuesta del Estado Mexicano frente a la resolución que, lejos de reconocer el grave riesgo que enfrentan personas defensoras de derechos humanos y periodistas, debilita las alianzas y desconoce la relación de estrecha cooperación que se ha mantenido por años con las instituciones de la Unión Europea", dijo Amnistía en un comunicado firmado por varias ONG.
Ante esto, lejos de rectificar, López Obrador defendió sus métodos y ahondó en la polémica, acusando en su “mañanera” del viernes al Parlamento Europeo de tener una "mentalidad colonialista" y "conservadora".
"Estos señores, legisladores europeos, muy conservadores, con mentalidad colonialista, aprueban una resolución condenando al Gobierno de México. Antes, como México tenía gobernantes sin autoridad moral, se tenían que quedar callados, y cualquiera ninguneaba a las autoridades mexicanas", comentó.
La anotación de AMLO, cabe precisar, es correcta en el sentido de que es coherente con el discurso que ha enarbolado lo mismo contra sus opositores como en defensa de su llamada 4T, pues, es una obviedad que nadie en este país defendería una injerencia o intervención extranjera que, al menos en las palabras, el Gobierno de México ha reiterado respetar con base a sus principios constitucionales.
Sin embargo, lo cierto es que una preocupación o recomendación ajena también tiene cabida cuando ese mismo Gobierno mexicano no ha sabido dar respuesta a los crímenes recientes e históricamente cometidos, y es más que evidente que el lenguaje empleado, esta ocasión, no fue oportuno.
Jesús Reyes Heroles decía: “seremos inflexibles en la defensa de las ideas, pero respetuosos en las formas, pues en política, frecuentemente, la forma es fondo”. El mismo AMLO ha recordado alguna ocasión estas palabras. No queda más por decir para cerrar estos textos, que no puede volver a dejarlas de lado.