El psicólogo Pedro Solís señaló que los niños o los adolescentes con trastorno de conducta carecen de sensibilidad hacia los sentimientos y el bienestar de los demás y, en ocasiones, perciben erróneamente la conducta de otros como una amenaza. Pueden actuar de manera agresiva sin remordimientos o estos son muy leves.
Señaló que la prevalencia del trastorno se sitúa entre el 3 y el 7% en niños en edad escolar, aunque durante estos años se han ido incrementando en niños de edades comprendidas entre los 5 y 10 años.
Problemas. Al principio, muchos padres pueden ver hasta divertido el que un hijo muestre algo de agresividad. Pero, pronto, se convierte en un problema real con desagradables consecuencias. La agresividad, la desobediencia, las rabietas, el negativismo, entre otros, constituyen problemas de conducta en niños y también habituales en la adolescencia. Ante esta situación, los padres se sientan cansados, frustrados, sin saber qué hacer, llegando a establecerse relaciones conflictivas entre los miembros de la familia.
Rabietas. Las rabietas o berrinches son un comportamiento normal en el desarrollo. Son más frecuentes e intensas en algunos niños que en otros y empeoran cuando están cansados, con hambre o con cualquier tipo de malestar, pero a la larga pueden causan problemas mayores.
El psicólogo recomendó que si se está en un lugar público, intentaremos ser ciegos y sordos a la reacción de quienes miran desde afuera y no prestaremos atención al berrinche.
Si no es posible sostener esa actitud porque puede lastimarse o está en un lugar o en una situación inadecuados, en necesario cargarlo de manera firme pero no violenta y lo llevaremos a un lugar más apropiado para dejar que la rabieta se calme sola.
Solución. Los niños no conocen las reglas de la casa hasta que se le enseñan, por lo que esto es una de sus responsabilidades importantes en la crianza. Siempre es más eficaz reforzar de manera positiva las conductas deseadas y enseñar a los niños conductas alternativas.
Es muy importante que los padres esteén siempre atentos de su propia conducta, para poder corregir a sus hijos.