Es común que quienes están en puestos de dirección en una empresa ahora sean de 40 años o más, por la rotación natural como ha funcionado el empleo en varias décadas. Quién está en un puesto directivo normalmente lleva unos 15 años en el ámbito laboral, así que aunque haya personas más jóvenes que sepan más o hagan las cosas más o menos en el mismo tiempo, les sigue ganando la inexperiencia para la mejor toma de decisiones. Probablemente por eso para ciertos empleos sea importante aún que quien se postula esté casado y tenga cierta edad, aunque ya casi nunca se especifica en las convocatorias.
En esta transición que estamos atravesando por la pandemia y donde casi cumple 2 años en esta situación, se han acelerado cambios en la forma de trabajar. Si bien el trabajo remoto (teletrabajo como se conocía) ha existido desde siempre, no ha sido sino hasta los últimos meses donde obligados por las circunstancias, muchas industrias tuvieron que funcionar así, aunque todavía la mayoría no concibe o encuentra una forma de medir la productividad de sus colaboradores si no es en presencia física. Todavía existen empresas donde hay bonos por puntualidad y asistencia, algo que parece arcaico en los tiempos modernos. ¿Por qué premiar lo que supuestamente tenemos como obligación?
Así entonces, no comprendemos cuando la gente joven no quiere estar mucho tiempo en un trabajo, por supuesto que tiene las mismas o más necesidades de las que tuvimos en su momento. Pasa que ahora hay gastos que antes no existían, debido a la comodidad y al ritmo de vida. Ahora muchos jóvenes aparentemente prefieren otro tipo de incentivos, como no tener un horario tan marcado, más tiempo para sí, esparcimiento en el trabajo, tiempo de recreación… y de pronto no conectamos con esas ideas, como se decía, estamos fuera de onda. Tal vez el problema es que no logramos conectar con las necesidades de las nuevas generaciones y de pronto es complicado lograr mantener el talento, sin que se tenga que ir por cosas tan banales y necesarias como el dinero. Lo complicado es que la curva de enseñanza-aprendizaje para sustituir puestos, es lenta y cuesta dinero. Los jóvenes de ahora quieren lo mismo que nosotros, sólo que buscan su manera de hacer las cosas, igual que cada generación.
Publicidad segmentada
La semana pasada escribí acerca de Google AMP y las empresas de publicidad que han rechazado esta tecnología, porque limitaba de algún modo el despliegue de anuncios. En días pasados también, el Parlamento Europeo aprobó una propuesta de Ley que permitiría prohibir anuncios dirigidos. Parece ciencia ficción, pero lo cierto es que la forma en cómo navegamos, a que damos click, a qué fotos le ponemos “me gusta” en nuestras redes, sirven para crear perfiles de usuario donde se obtiene y/o deducen datos como preferencias religiosas, sexuales, de compra, de familia e intereses personales.
Toda esa información es explotada por grandes redes de publicidad, entre los gigantes y que se reparten el mercado podemos mencionar a Google y Facebook y que a su vez ofrecen tal segmentación a cualquier empresa que quiera pagar por ello. Si es ético o no, no importa, la cosa es llegar al público objetivo, así sean menores de edad. ¿Estamos ante un cambio de forma de hacer publicidad? ¿volveremos a ver publicidad genérica? busca un lugar, y te seguirán por semanas ofertas de hoteles, pasajes de avión, empresas de turismo, etcétera.