Hoy es difícil no estar en redes sociales, pero hay un grupo de ‘rebeldes’ que se niegan a ser parte de estas plataformas para pertenecer a una realidad virtual.
A finales del 2021, una periodista tomó una fuerte decisión: el cierre definitivo de sus redes sociales. A pesar de que trabaja con ellas, y continúa trabajando, sin embargo ya no bajo su nombre, pero tratando de crear contenido positivo para las personas.
"Algo bastante audaz luego de las redes sociales fueron durante años mi espacio para dar a conocer mi trabajo y a mí misma desde un punto de vista profesional, pero el resultado fue hermoso: experimenté una paz mental que no tenía desde el 2007, año de mi incursión en las mismas", comentó.
¿Acto de rebeldía, las acusaciones sobre Facebook o querer llamar la atención? Lo podíamos llamar, más bien, un acto de empoderamiento.
"Las redes sociales habían acaparado mi vida a un punto imaginable, y ciertamente trabajo con ellas, pero se volvió en este lugar inhóspito donde la gente se da el permiso de juzgarte, de enviarte amor, pero también odio, crear nuevas inseguridades, y donde todo lo que piensas, puede ser usado en tu contra, o como técnica de bombardeo publicitario para convencerte de tener un estilo de vida inalcanzable".
El mundo virtual tóxico. Publicar tu día a día, dar like al posteo de tu amigo, compartir un meme, informar algo de tu vida privada (como si fuéramos figuras públicas), no dejar en visto a nadie, atacar a alguien en forma de indirecta y culminar con los ‘espías’ de Zuckerberg dando datos valiosos sobres nuestros gustos para que de forma muy ‘orgánica’ aparezcan anuncios de los mismos, y si vamos más allá, hasta de vender ideales, las redes sociales son una maquinaria poderosa. Nos estamos volviendo algo conspirativos, pero esto de dejar las redes sociales no es nuevo, ya desde el 2017, algunos jóvenes entre 20 y 35 años, afirmaban que no tenían perfiles porque no querían que eso controlara sus vidas. Un estudio del 2016 de ‘Happiness Research Institute’, fue más allá y constató que las personas que se han “divorciado” de Facebook, ahora se sienten más felices y menos preocupadas, efectos que notaron al cabo de una semana. ¡Así es! Sólo bastaron siete días para llegar a esta conclusión y según la misma publicación, un 34% de la gente estudiada que seguía usando esta red social se sentía triste y depresiva, y un 25% sola. Y quizás es muy extremo atribuir la felicidad o la falta de ella a las redes sociales, pero ciertamente su función se ha desvirtuado. Como diría el tío de Peter Parker (Spiderman), pero que en realidad es una frase de Franklin Delano Roosevelt, un gran poder conlleva una gran responsabilidad, y lo que fue creado para hacer puentes de comunicación y borrar las distancias, se volvió en esta maquinaria destructiva de conciencias y autoestimas que supera la vida real.
La cultura de la cancelación. El ‘Wall Street Journal’ dijo en uno de sus reportajes, que un 32% de las chicas dicen que cuando se sienten mal con su cuerpo, Instagram las hace sentir peor. Esta investigación sobre Facebook y las redes sociales que comprenden, corrobora el impacto que tienen y cómo genera un importante problema de salud, aumenta la ansiedad y hace que muchos se sientan menos valiosos. La llamada "cultura de la cancelación" es una forma moderna de exclusión contra alguien que se considera que actuó o dijo algo de manera inaceptable. El individuo "cancelado", puede ser rechazado socialmente o boicoteado profesionalmente. Al final, son redes sociales y no deberían significar algo tan personal en la vida real, pero ese es el poder que le hemos dado, el de preferir escondernos y mandar mensajes confusos a nuestros amigos y parejas, que sentarnos frente a frente a arreglar nuestros problemas. Todo en exceso en malo, la decisión, y la moderación, está en ti.