PARÍS, 24 ene.
La firma Schiaparelli abrió este lunes la pasarela de Alta Costura en París con una colección que puso en pie a los invitados gracias a las propuestas del estadounidense Daniel Roseberry, que propuso escapar del caos y la angustia social con una colección inspirada en lo celestial.
"Después de dos años reflexionando sobre el surrealismo me encontré a mí mismo pensando en lo celestial. En el cielo como un lugar donde escapar del caos de nuestro planeta, entendido como la casa de sacerdotisas de la mitología", explicó Roseyberry en una nota que recibieron los apenas 300 invitados que asistieron al desfile.
La pasarela se celebró en la galería principal del Petit Palais, donde en contraste con el habitual tiempo grisáceo de París, una luz blanca atravesaba los grandes ventanales del museo, lo que ayudó a sublevar ese espíritu divino que buscaba Roseberry.
En las primeras filas se sentaban un sinfín de influencers, como la italiana Chiara Ferragni o la española Alexandra Pereira, pero también diseñadores como Simon Porte Jacquemus y Olivier Rousteing, el rapero Kanye West, la directora de Vogue USA, Anne Wintour, o la actriz Rebeca Dayan.
En apenas 23 estilismos, Roseberry volvió a demostrar que es un digno legatario de la obra de la italiana Elsa Schiaparelli, figura imprescindible de la moda y el surrealismo de los años 1920 y 1930, movimiento que traspuso en sus creaciones de alta moda.
Tan solo el blanco, el negro y el oro se usaron en la colección que trató de desafiar las leyes de la gravedad: palmeras bordadas se levantaban en volumen sobre las hombreras de una chaqueta militar americana, las mallas de seda casi transparentes se convirtieron en pantalones y los corsés se volvieron esculturas puntiagudas.
La colección de Schiaparelli no jugó con los volúmenes ni las grandes siluetas. Al contrario, impuso vestidos de una simpleza arquitectónica, que recordaron también a Balenciaga, coronados con sombreros gigantescos de telas sublimes y aplicaciones doradas.
"Todos los trucos de la costura para comunicar grandeza y artesanía me parecieron de pronto vacíos", señaló un sesudo Roseberry, que se sinceró en la nota hablando de una sensación de "pérdida, agotamiento y desesperanza" tras dos años de pandemia.
Por eso su intención ha sido presentar una colección armoniosa que despierte emociones en el espectador, "para que se recuerde por qué nos gusta la moda", dijo.
Un mensaje que caló en los rostros de muchos de los reconocidos profesionales de la industria que estaban presentes, tras la pérdida en poco más de un año de grandes figuras del diseño como Alber Elbaz, Kenzo Takada, ambos fallecidos por el coronavirus; Pierre Cardin, Virgil Abloh y este mismo domingo Thierry Mugler, que murió inesperadamente a los 73 años.
Roseberry aterrizó en Schiaparelli en 2019 y ha sido desde el relanzamiento de la marca en 2014 el único capaz de convencer de la utilidad de este regreso de la casa, clausurada desde 1954.
Además, se ha alzado como una figura ineludible de la moda estadounidense, vistiendo a Lady Gaga en la ceremonia de investidura del presidente Joe Biden, pero también a Michelle Obama, Beyoncé, Bella Hadid o Kim Kardashian.
La firma presentó además una serie de creaciones en oro de 24 kilates, que en esta ocasión fueron más allá de los accesorios para convertirse en corsés, guantes y hasta vestidos esculpidos con cristales de los años 30: el surrealismo celestial de Roseberry puso muy alto el listón de este inicio de la Alta Costura.