Mostró una vez más que es capaz de conquistar cualquier grada en la que se pare.
Los meses de ausencia y el COVID-19, del que recientemente se recuperó, no fueron impedimento para que Nick Kyrgios diera cátedra en su primer juego del Australian Open, en el que además de talento, mostró una vez más que es capaz de conquistar cualquier grada en la que se pare. El australiano ganó, gustó, celebró a lo Cristiano Ronaldo y hasta bebió cerveza de un aficionado.
Bastaron una hora con 54 minutos para que Nick se impusiera 6-4, 6-4 y 6-3 al inglés número 127 del mundo Liam Broady, a quien le conectó 21 aces y quebró en cuatro de ocho oportunidades.
Pero más allá de la estadística, la reaparición de Kyrgios no hubiera estado completa sin su irreverente saque por abajo, al que en esta ocasión le agregó hacerlo en medio de sus piernas, lo que se llevó el aplauso de la multitud en la Jonh Caín Arena.