El sueco de 40 años ingresó al campo en el minuto 65 en sustitución de Giroud y también fue censurado por la afición.
Madrid,- Como se podía suponer, Theo Hernández fue abroncado cada vez que tocó la pelota en un Wanda Metropolitano que se vistió de gala en la grada para acoger un partido de los grandes, con la clasificación para los octavos de final de la Liga de Campeones en juego.
El lateral del Milan, que en su día perteneció al Atlético, donde se formó hasta 2017, cuando se marchó al Real Madrid, recibió el reproche de la grada del nuevo estadio, que no quiere olvidar el desplante del futbolista a los colores rojiblancos. Los silbidos, sin embargo, no atemorizaron a Theo, que pidió el balón siempre que pudo para internarse por su carril.
El Wanda registró un lleno (61.019 espectadores) casi total para empujar a su equipo en busca de una misión complicada y, sobre todo, para evitar una de las múltiples combinaciones que se podían dar en la gélida noche madrileña. Una derrota ante el Milán y una victoria del Oporto en Liverpool que dejaría al Atlético fuera de la máxima competición europea.
Se notaba en el ambiente que el partido se jugaba también en Anfield. Incluso en el césped, donde los de Simeone pecaron de salida del mismo defecto que en el envite de San Siro. El Milan presionó de medio campo para arriba y el Atlético no supo salir del agobio con continuas pérdidas de balón. Fue un grupo, el local, endeble y timorato en el primer acto.
En la segunda mitad, al poco de comenzar, se conoció el gol de Thiago para el Liverpool. Antes, el Atlético parecía haber salido con otra cara. Más despierto, en busca de un gol que encendiese al público. El tanto en Anfield contra el Oporto se celebró en las tribunas con gritos de ánimo. Pero el Atlético parecía otra vez atenazado.
Lodi y Correa saltaron a la hierba en el minuto 64 en lugar de Hermoso y Lemar, mientras Ibrahimovic calentaba en la banda para el Milan. El sueco de 40 años ingresó al campo en el minuto 65 en sustitución de Giroud y también fue censurado por la afición. Fueron gritos de reprobación y de temor por lo que el gigante delantero pudiera hacer.
Los cinco minutos iniciales del Atlético en la segunda mitad habían sido un espejismo y el Milan seguía en poder de la pelota. Con esas premisas, la tensión por la incertidumbre se apoderó del ambiente. No estaba cómodo el Atlético, al que le valía el empate con la derrota del Oporto en Liverpool.
El gol de Salah en Anfield (2-0) fue un alivió en el Wanda, ya con el Milan totalmente en poder del partido. Ahora sí que el empate en Madrid era suficiente para el Atlético. Los minutos hasta el final se hicieron enternos y sufridos y el objetivo de Simeone era ya el de mantener el resultado, que dejaba al equipo vivo para Oporto, donde un empate le serviría para estar en octavos.
Pero el Milan buscó el tanto salvador sin descanso y lo mereció en varias ocasiones hasta que lo consiguió Messias Junior en el minuto 86. Un gol que dejó aún más helada a la grada. Un gol que hizo justicia al mal partido de los rojiblancos y que obliga a los de Simeone a ganar en Oporto y esperar al resultado del Milan-Liverpool para saber si está en octavos. Negro horizonte.