Por primera vez en su larga historia, en esta ciudad del Istmo de Tehuantepec, las almas de las víctimas de Covid-19 pasaron lista de presente en las viviendas que habitaron y que ahora sus deudos ornamentan; algunos con altares y otros con retablos de flores, para darles la bienvenida con tamales de mole negro, panes y mezcal, como dicta la tradición.
En la Quinta Sección, al sur de la ciudad, los integrantes de la familia Salinas Guerra realizaron el primer Todos Santos o como se conoce en zapoteco, Xandú Yaá, en memoria del contador Gerónimo Salinas Guerra, quien perdió la batalla contra el Covid-19, la madrugada del 11 de noviembre de 2020.
Golpeados en sus sentimientos y afectados emocionalmente hasta el borde de la depresión, según cuenta la profesora Zoraida Salinas Guerra, hermana del fallecido, los deudos conmemoraron de manera íntima el Xandú Yaá, sin la presencia de vecinos o familiares distantes, quienes estarán invitados hasta la misa del 11 de noviembre.
La muerte del contador Gerónimo Salinas Guerra forma parte de la tragedia que envuelve la vida de poco más de mil familias zapotecas, que desde abril del año pasado empezaron a vivir el luto en sus hogares.
En ese mes, el exdirigente sindical de los trabajadores de Salud de la localidad, Cuauhtémoc de Gyves de la Cruz, se convirtió en la primera víctima del SARS-CoV-2 en esta ciudad.
De acuerdo con el regidor de panteones del gobierno municipal, Jorge Valdivieso, desde abril del año pasado, hasta finales de octubre de 2021, esa regiduría registra mil 150 defunciones por Covid- 19.
La cifra, dice Valdivieso, se sustenta en las solicitudes de inhumación por causa de la pandemia que hicieron los familiares de los fallecidos en ese periodo de 18 meses.
Para decorar el altar en memoria del contador Gerónimo Salinas Guerra, sus hermanas, envueltas en el viento conocido como "norte" que pasea el aroma del incienso que vuela desde las viviendas, acudieron al mercado en busca de flores de cempasúchil y cresta de gallo, y frutas como manzanas, cañas, naranjas, cocos y plátanos.
"Los precios subieron, todo se vendió muy caro, creo que la gente abusa de nuestras tradiciones, pero aprendimos a comprar porque es para honrar la memoria de mi hermano, de mi papá que murió en el 2019 y de mi hermana que falleció en el 2018.
"Esas lamentables muertes nos dejaron adoloridas, pero seguimos de pie, pensando en ellos", explica la profesora Zoraida Salinas Guerra.
En esta conmemoración del Día de Muertos, las almas de quienes fallecieron por complicaciones relacionadas con el Covid-19 hallaron la cercanía de sus deudos, la misma que la pandemia no les permitió en el momento de su inhumación o cremación.
Esta enfermedad cambió radicalmente los rituales zapotecas para despedir a sus difuntos. El llanto fue a la distancia y sin la música de viento.
"Nuestro hermano Gerónimo murió en la casa momentos antes de que fuera trasladado al hospital civil. No lo velamos, como dicta la tradición, pero se fue con nuestras oraciones mientras permaneció frente a nuestros santos. Llegó la carroza de la funeraria y fue inhumado en el panteón Domingo de Ramos.
"En medio de esta conmemoración de su primer Xandú Yaá, lo recordamos con cariño y con amor. Era un hombre solidario, amoroso y extraordinario. Desde ahora, ya estamos haciendo los preparativos para honrar su memoria en su primer aniversario de fallecimiento, el 11 de noviembre", señala su hermana Zoraida.
Juchitán recibe a sus difuntos los días 30 y 31 de octubre, de acuerdo con la tradición zapoteca del Xandú, que ve distante la conmemoración del Día de Muertos el 1 y 2 de noviembre.
En este año, las almas de las personas que perdieron la batalla contra el Covid-19 estarán por primera vez en los altares y retablos de flores que sus seres queridos prepararon para recibirlas, para que una vez más prueben los tamales, el mezcal y los panes.