— FRANCISCO GARCÍA 22/10/2021
Cuando le preguntamos que si lo podríamos bañar y cortar el pelo, repentinamente se levantó cruzó la calle Zaragoza y fue a sentarse al lado de su amada.
En una breve platica con el indigente Ausencio Quintero, nos hizo saber que le gusta comer frutas, verduras y sopa marcha.
Sentado en su área donde normalmente descansa y duerme por las noches, lo abordamos y en una breve charla le preguntamos que alimentos les gusta.
Mirándonos fijamente, el indigente que se enamoró de una mujer estatua en Monclova no titubió en responder a nuestras preguntas.
Le preguntamos que si quería ver a sus padres y tajantemente dijo: Sí.
Cuando le preguntamos que si lo podríamos bañar y cortar el pelo, repentinamente se levantó cruzó la calle Zaragoza y fue a sentarse al lado de su amada mientras unas 30 palomas volaban casi por encima de la cara de la estatua y del indigente al que le restan tres días de hospitalidad en Monclova.
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