La última boda de la familia real rusa fue la del gran duque Miguel, en 1912.
CIUDAD DE MÉXICO,- Los herederos de los Romanov, la dinastía de los zares que gobernaran Rusia hasta 1917, se reunieron en San Petersburgo en la boda real de quien sería el heredero al trono de seguir existiendo la monarquía en aquel país, el gran duque Jorge de Rusia, y la ‘plebeya italiana’, Rebecca Bettarini.
La pareja contrajo matrimonio en la catedral de San Isaac en una ceremonia religiosa con todas las tradiciones de la iglesia Ortodoxa rusa. Rebecca, quien por motivos religiosos cambió de nombre y ahora será conocida como Victoria Romanova, lució feliz durante la ceremonia y posterior cena. Ella y Jorge se casaron por el civil el 24 de septiembre pasado.
Al concluir la ceremonia religiosa, los novios, evidentemente enamorados, se besaron en el altar ante los aplausos de los invitados, entre quienes estaba un bueno número de nobles europeos, pero no así representantes del gobierno ruso.
Mientras el novio optó por un chaqué clásico, ella llevaba un vestido blanco de novia muy tradicional con el escudo de los Romanov -el águila bicéfala- bordado en la cola, diseñado por uno de los modistos favoritos de las alfombras rojas de Hollywood, Reem Acra; lo acompañó con una impresionante tiara Chaumet con cientos de diamantes, imitando el tradicional tocado ruso "kokoshnik". Los anillos de la pareja fueron creados por el mítico joyero ruso Fabergé, de la fama de los preciosos huevos de pascua, que son verdaderas piezas de museo.
El momento cumbre fue cuando el gran duque y, ahora, Victoria fueron coronados como parte del ritual de un casamiento ortodoxo. Las coronas significan que cada pareja es un reino en el que sólo tiene cabida el amor, la fidelidad y la felicidad. Al término de la ceremonia, la pareja recibió como regalo un ícono ruso.
A la salida los recibió una guardia de honor. Al aparecer en la escalera, los soldados desenvainaron sus sables y los mantuvieron en alto, como hicieran los cosacos con los zares.
La jefa de la casa imperial rusa y madre del novio, la gran duquesa María Romanova, fue recibida en el templo con grandes honores. Entre los asistentes a la ceremonia de las casas reales de Europa estaban Simeón de Bulgaria, Fuad II de Egipto; Leka II de Albania; Eduardo Pío de Braganza, heredero al trono portugués; y a miembros de casas reales de Alemania, Italia y Francia, como Luis Alfonso de Borbón, duque de Anjou, y su esposa María Margarita.
No estuvo presente prácticamente ningún miembro de las monarquías reinantes como la española la inglesa o aún la de Mónaco, pero se dio por sentado que el coronavirus dificultó su presencia.
Después de la boda hubo una elegante cena y recepción para los invitados en el Museo Etnográfico de San Petersburgo. De acuerdo con "Tatler", el banquete fue preparado por el conocido como el chef de Putin, Yevgeny Prigozhin. Para mañana se tiene planeado un brunch en el Palacio Konstantinovsky en la misma ciudad, en el que se llevará a cabo una subasta y actuaciones en vivo.
Jorge Mikailovich y Rebecca Bettarini se conocieron cuando eran adolescentes y tienen ya diez años de relación, primero vivieron en Bruselas y ahora lo hacen en Moscú.
Ahijado de Juan Carlos I, rey emérito de España, el gran duque es el único hijo de María Romanova y Francisco Guillermo de Prusia. Tiene parentesco con las principales casas reales de Europa.
Jorge, de 40 años, no es descendiente directo del último zar, ya que su abuelo, Kiril I, era primo hermano del zar Nicolás II y nieto de Alejandro II, sin embargo, sí es el heredero legítimo al trono ruso, si lo hubiera. Ha pasado la mayoría de su vida entre España, donde nació, y Francia; fue educado en Oxford. Actualmente trabaja en proyectos filantrópicos en Moscú.
La novia, Rebecca, de 39 años, vivió cuatro años en Venezuela, mientras que Jorge nació en Madrid, así que ambos hablan español. Ella es hija del embajador Roberto Bettarini y de su esposa Carla Virginia Cacciatore, y es directora de la Fundación Imperial Rusa. Se convirtió recientemente a la iglesia Ortodoxa rusa.