El base campeón del mundo despidió la noche fotografiándose en la pista con su familia y amigos.
Málaga,-El base malagueño Carlos Cabezas vivió su última noche como jugador profesional ante el público del Carpena, donde tantas noches lideró al Unicaja, y se despide del baloncesto dejando una última canasta ante el Real Madrid y un legado que culminó con un homenaje en el Torneo Costa del Sol.
Era un 3 de septiembre de 2006 cuando Carlos Cabezas se colgaba el oro junto a una generación irrepetible en la final del Mundial de Japón ante Grecia. El 3 de septiembre de 2021, justo quince años después, aquel base indiscutible en la selección dijo adiós al baloncesto y lo hizo “cumpliendo un sueño”, vestido de verde y morado, frente al público al que antaño hizo vibrar y con su dorsal 10 retirado y en lo más alto del pabellón del Unicaja.
El malagueño, que debutó en el Unicaja en el año 2000 y se marchó nueve años después con tres títulos (Copa Korac, Liga ACB, Copa del Rey), arrancó como titular ante su gente junto a Jaime Fernández, Bouteille, Abromaitis y Micheal Eric y estuvo participativo desde el principio, todos le buscaban y él se gustó, con dos asistencias y una suspensión desde el triple que fue celebrada por el banquillo, la afición y el propio protagonista.
“Espero poder tirarme alguna mandarina y que la gente del Carpena disfrute una última vez”, dijo en la rueda de prensa donde anunció su retiro. El de Marbella convirtió esa “mandarina” enfrente de Llull, el rey de las mandarinas, y el club le otorgó con una foto enmarcada de esa suspensión, su último tiro, para redondear una velada para el recuerdo.
En el descanso, Cabezas volvió al centro de la pista y el club lo emocionó con un vídeo de imágenes de su época dorada, autoridades políticas lo condecoraron con varias insignias y reconocimientos y terminó con un largo aplauso de los presentes en el pabellón donde, ya como leyenda, pronunció sus últimas palabras: “Gracias, porque viví un sueño único”.
Se cierra así el círculo de un jugador que brilló en Málaga, se marchó a hacer carrera por toda Europa (Khimki, Zaragoza, Baskonia, Fuenlabrada, Murcia, Orleans, Betis, Alba Fehervar) y prolongó su gen competitivo emigrando al baloncesto sudamericano (Guaos de Lara, Regatas Corrientes, Nacional de Montevideo), donde ha competido hasta los 40 años en una carrera llena de éxitos, también con la camiseta de España: oro en el Mundial 2006 y en el Eurobasket 2009 y una plata en el Eurobasket 2007.
Tras sus dos últimas temporadas Uruguay, tierra de su familia paterna, regresó a Málaga para anunciar el pasado que era el momento de retirarse, agradecido con el gesto del club malagueño, que le permitió sus últimos 5:30 minutos en una noche icónica y se marcha sabiendo que su número, el diez, lucirá en el techo del estadio junto al cinco de Berni Rodríguez, dos jugadores legendarios del Unicaja.
El base campeón del mundo, que ya ha reconocido que “le encantaría” seguir vinculado con el deporte y el baloncesto, despidió la noche fotografiándose en la pista con su familia y amigos, ya cuando los focos del pabellón se apagaban, en la noche del “hasta siempre” de uno de los últimos juniors de oro.