Rosa María Guerrero lleva el deporte en la sangre

La medallista olímpica.

Tokio, Japón. A Rosa María Guerrero le gustaba jugar futbol, era buena en eso. La memoria la impone como una delantera letal que solía ganar los campeonatos de goleo en la ligas amateur de Mazatlán. Es decir, la joven sinaloense no sólo disfrutaba del juego, sino que también quería ser la mejor en lo que hacía.

Fue en el 2010, sin embargo, cuando la vida le cambió los planes y una bacteria, entonces desconocida, la alejó de las canchas.

La enfermedad avanzó por su cuerpo a ritmo vertiginoso, sin que realmente los doctores pudieran determinar las causas. Los días pasaban bajo el efecto de las fiebres delirantes, y de no ser por la intervención de un cardiólogo que atinó al diagnóstico, la bacteria habría llegado al cerebro, ocasionando daños irreversibles.

Rosa María Guerrero salvó la vida, pero la enfermedad había afectado la parte baja de su cuerpo, causándole paraplejia.

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